viernes, septiembre 22

Discurso de Hermelinda Tiburcio Cayetano


Buenas tardes
hermanos indígenas y no indígenas. Pido permiso a la madre tierra, al padre sol
y a los que dan la vida: el agua y el aire. “Arrancaron nuestros frutos,
cortaron nuestras ramas, quemaron nuestro tronco, pero no pudieron matar
nuestras raíces”. Ni la conquista, ni la independencia, ni la reforma, ni la
revolución han podido terminar con nuestros pueblos. Como mujer indígena siento
en todo mi cuerpo el coraje de 500 años de historia, de 500 años de pobreza y
500 años de desigualdad, actos interminables de discriminación y de violencia
contra nuestros pueblos, contra nuestros hijos pero sobre todo contra nosotras
las mujeres. No queremos aguantar otros seis años de un gobierno de los ricos.
Los pobres, las mujeres feministas, los ancianos, los discapacitados y quienes
han creído en este nuevo proyecto de nación, seguiremos en resistencia.
Rechazamos la imposición de Felipe Calderón porque nos arrancaron el voto, el
derecho a poner un gobierno que sirva al pueblo, un gobierno dirigido por Andrés
Manuel López Obrador. Por eso estoy aquí alzando mi voz porque creo en un
proyecto de nación, que cubra las necesidades de los pueblos indígenas y no
indígenas: Estamos por la libre determinación de nuestros pueblos, donde
conservemos nuestro territorio y los recursos naturales. No queremos que nadie
nos venga decir de lo que debemos hacer. No solamente los hombres deben tener
derecho a la tierra, hoy las mujeres estamos luchando cada día para ser también
dueñas de la tierra. El problema agrario no se resuelve con dinero. Rechazamos
el plan Puebla Panamá porque afecta nuestro territorio. Desde tiempos de la
colonia y ahora las trasnacionales… imponen su visión, sin consultarnos y se
aleja cada vez más de la realidad de nuestros pueblos. Queremos que nuestros
pueblos patenten sus recursos. El comercio de transgénicos de las empresas
transnacionales han secuestrado nuestra riqueza: alto a la piratería “el campo
no aguanta más”. El abandono de la educación intercultural ha contribuido a que
se vaya borrando la identidad, la cultura, y la lengua y a que pueblos indígenas
y no indígenas pierdan este potencial cultural y sagrado. Las lenguas originales
de México deben ser las que se impartan en todas las universidades de nuestro
país y no las lenguas extranjeras. Los hombres indígenas deben de respetar los
cuerpos de las mujeres. Hagamos un alto a la violencia de los esposos, al
alcoholismo y a la drogadicción. Las mujeres hemos conquistado el derecho a que
nuestro cuerpo sea respetado. No queremos que esté prohibido que las mujeres
ejerzan su sexualidad, que no sea un misterio la sexualidad, que la equidad se
practique en los hogares y no solamente los hombres tomen las decisiones. Ya son
muchos los casos los casos de muerte materna y de muerte por cáncer y por sida.
Los programas de salud gubernamentales no garantizan el acceso, no contemplan la
visión de salud integral, no la medicina tradicional. Tampoco se reconocen las
miles de vidas que han salvado nuestras parteras. La pobreza de nuestros
pueblos, la falta de trabajo y la migración nos aleja de una buena salud. No se
tiene para pagar los hospitales, ni las medicinas. Además no tonemos servicios
de calidad, los buenos médicos están en la ciudades. A nosotros nos utilizan
para experimentar con practicantes. Las mujeres estamos siempre en un segundo
plano, sufrimos violencia económica la no tener trabajo, ni educación y
violencia institucional al no poder hablar español y no poder defender nuestros
derechos. Los acuerdos de las Naciones Unidas no están reflejados en nuestra
Constitución, ni están operando en los programas institucionales. Los temas
religiosos deben de separase de la política, para evitar conflictos en las
comunidades. En los seis años pasados, ni los vochos, ni los changarros, ni las
microempresas han resuelto la pobreza, nuestros hermanos siguen migrando y
brincando el muro de la muerte. El autonombrado “Presidente del empleo” se
quedará sin empleo, porque nuestros pueblos no le reconocemos. Muchos años nos
ha costado a las mujeres indígenas incorporarnos en el ámbito publico, enfrentar
el miedo, luchar como mujer indígena para que se nos reconozca nuestros
derechos. El tiempo se detuvo este 16 de septiembre… para buscar un orden, ante
tanto misterio y confusión; desde esta plaza de sangre ya lavada por el tiempo,
sobre este Zócalo donde murieron tantos de nuestros antepasados… celebro la
llegada de un nuevo Sol. El calendario de la resistencia nos marca que es hoy, y
sobre esta enorme piedra donde todas y todos trabajemos por juntos por la
Convención Nacional Democrática.
¡Viva la Convención Nacional Democrática!
¡Vivan los pueblos indígenas de México! ¡Vivan los pueblos indígenas del
mundo!

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