lunes, septiembre 4

La ultraderecha impregna las políticas públicas contra el sida


Lydia Cacho publica su novela Muérdele el corazón, donde trata el caso de una ama de casa
La ultraderecha impregna las políticas públicas contra el sida
La periodista afirma que la doble moral de la sociedad afecta las campañas contra el mal Este libro lo escribí para tratar de alejarme de las tensiones de los procesos judiciales, afirma
ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Nada ha cambiado en México en cinco años. Las personas que viven con VIH-sida siguen enfrentando el rechazo y cada vez más mujeres son contagiadas por sus maridos, mientras las políticas públicas se han impregnado de manera casi silenciosa por la ultraderecha insertada en la administración foxista, pese a los grandes esfuerzos de activistas sociales que tratan de hacer la diferencia en este país en términos de esa enfermedad.
Este es el balance que hace la periodista y activista social Lydia Cacho (DF, 1963), quien después de su libro Los demonios del edén: el poder que protege a la pornografía infantil (Grijalbo) publica su novela Muérdele el corazón bajo el sello Plaza y Janés, de la cual habla para La Jornada.
En el primero su labor periodística la llevó a denunciar la red de pederastia que involucra a grandes empresarios y a enfrentar una demanda por difamación por parte del industrial Kamel Nacif en un proceso que todavía continúa.
En el segundo, Lydia Cacho recurre a la ficción, a un ejercicio literario, para hablar del VIH-sida en México, al darle voz a Soledad, profesora, madre y ama de casa contagiada por su esposo, situación cada día más común en nuestro país.
Muérdele el corazón se publicó hace unos años con el nombre de Las provincias del alma, y obtuvo el premio de Documentación y Estudios de Mujeres AC, "pero creían que era casi una autobiografía; cuando aclaré que no, entonces me retiraron el premio. Fue muy curioso, al final se publicó, ya sin el premio, y las dos ediciones se agotaron", recuerda la directora del Centro Integral de Atención a las Mujeres.
El proceso de rescritura ha sido muy intenso, señala Lydia: "Lo que hice fue tomar esa novela, que ya estaba escrita, en estos momentos que han sido muy difíciles para mí, esos nueve meses recientes, sobre todo los primeros del año y, en lugar de ser una catarsis para otras mujeres, se convirtió un poco en la mía.
"Me resguardé en la historia de Soledad para trabajar algunos detalles, pero también para cambiar de tema a toda esta persecución, los juicios, que tienen consumida mi vida desde hace nueve meses. Encontré con mayor claridad algunos detalles que no había visto en el trabajo anterior, sin alterar la esencia de la historia.
"Me interesaba mucho, añade, que el lector pudiera sentir el cambio en el lenguaje de la protagonista, quien va escribiendo su historia en forma de diario. Soledad comienza escribiendo como un ama de casa que tiene un descubrimiento atroz: 'estoy enferma, soy seropositiva, ¿qué voy a hacer con esto?' Conforme se transforma su vida, su lenguaje se va haciendo más complejo, se interna en sí misma y transforma su vida y la forma de narrarla.
"Ese cambio en el lenguaje es un elemento importante, porque me parece que todos los seres humanos, en la medida en que podemos internarnos y hacer una exploración del alma, vamos encontrando nuevas palabras, nuevas frases, nuevas formas de expresarlas que antes no conocíamos."
Soledad narra su vida y por conducto de ella conocemos lo que ocurre con quienes han sido contagiados: la pérdida del trabajo, el rechazo de la sociedad, la mala atención en los centros de salud públicos, pero también la ayuda de personas que ya se separaron de los prejuicios y que buscan alternativas para mejorar la situación de los enfermos por medio de centros de apoyo o simplemente con tenderles la mano.
"En México estamos muy atrasados: por una parte está lo que se muestra en términos de publicidad y lo que se habla de VIH-sida, lo que se publica -aun con la existencia de medios muy concretos, como Letra S, el suplemento de La Jornada, con el fin de que la gente se entere, se sensibilice, se eduque-, y por otra una contracorriente dominada por una doble moral" que trata de minimizar el problema.
En Muérdele el corazón no se puede hacer una separación entre la periodista y activista social y la autora de ficción. "Espero lograrlo algún día, pero en este libro está muy presente la perspectiva de la activista social y no me molesta, me parece que está justificada y que además toma la literatura como un medio para tocar temas que están rebasados por la realidad. Muchas veces e dice que la ficción supera a la realidad, pero en el tema del VIH-sida la ficción era necesaria para soportar la realidad. Creo que la literatura es un buen medio para narrar estas historias."
La novela "es dolorosa pero también explora ámbitos tanto de hombres como mujeres. A todos los seres humanos nos hace falta explorar, porque casi siempre tenemos que enfrentarnos a momentos dramáticos, a situaciones límite, para hacer este viaje a las provincias de nuestra alma. En este caso me parece que el logro de la historia de Soledad es ir buscando razones para vivir o, a lo mejor, razones para morir".
Muérdele el corazón se presentará el martes 12 de septiembre a las 19:30 horas en el Museo Casa del Risco (Plaza San Jacinto 15, colonia San Angel).

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