martes, diciembre 5

¡Chávez no se va!... pero ¿por qué?


Elecciones presidenciales en Venezuela
¡Chávez no se va!... pero ¿por qué?
Por Víctor Ego Ducrot Desde Caracas
Algunas claves para la crónica de una victoria anunciada. Los secretos no secretos del presidente de Venezuela y de la Revolución Bolivariana. El pueblo de fiesta.
El presidente Hugo Chávez gobernará otros seis años y los lectores de esta crónica se estarán diciendo, claro, porque logró más votos que su contrincante, el candidato de la oposición, gobernador del Zulia y ex golpista, Manuel Rosales. Sin embargo la intención de esta crónica, que es la de una victoria anunciada, es proponer algunas claves del por qué de este triunfo.
Triunfo que se confirmó cuando surgieron las primeras estimaciones extraoficiales –encuestas en boca de urna encargadas por empresas privadas especializadas en productos de consumo masivo-: 65 por ciento para Chávez, 35 por ciento para Rosales. Más tarde el Consejo Nacional Electoral (CNE) divulgaría las cifras y porcentuales oficiales.
Sucede que la Venezuela presidida por Chávez ofrece realidades que explican por sí mismo el nuevo triunfo en las urnas del líder bolivariano.
Según estadísticas oficiales, el 73 por ciento de la población venezolana compra los insumos básicos de su dieta alimenticia en los denominados MERCAL, mercados oficiales que ofrecen productos a precios sensiblemente más baratos que los cobrados en las redes comerciales privadas (por lo menos un 30 por ciento menos). No se pudo constatar ninguna voz opositora que desmienta esa información.
Millones de venezolanos accedieron por primera vez a programas de asistencia y desarrollo social en forma genuina a través de las misiones de salud pública integral, alfabetización, acceso a estudios superiores, créditos productivos y otros emprendimientos de tal magnitud, que la misma oposición se vio obligada a admitir que no desmantelaría en caso de una victoria en los sufragios.
La reorientación de la renta petrolera hacia la satisfacción de los sectores más postergados, la recuperación del control real de la empresa estatal de hidrocarburos por parte del Estado, el impulso de obras públicas –ampliación de redes de metros, puentes y otras de infraestructura estratégica- y la ubicación del país en el plano internacional como agente activo del proceso de integración y la confrontación con los diseños estratégicos de Estados Unidos. Esos son algunos de los puntos programáticos que le permitieron a Chávez la reelección.
Además, tanto en sus presentaciones locales e internacionales, en vivo a través de los medios de comunicación, Chávez construye discursos en códigos que la mayoría de la sociedad venezolana identifica como propios. Sin lugar a dudas, el presidente reelecto ha sabido crear uno de esos liderazgos políticos y sociales que no son habituales y sólo surgen en puntos de inflexión histórica.
Las urnas desbarataron el eje principal de la campaña opositora, que, desconociendo encuestas propias y ajenas, aseguraba a sus seguidores que el triunfo de Rosales estaba asegurado.
Claro que no se trató de un error de cálculo ni de empecinada miopía. La oposición pretendió montar una campaña de acción psicológica tendiente a apelar al temor a un supuesto fraude, que en ningún momento tuvo asidero lógico.
Incluso la representación de la oposición en el Consejo Nacional Electoral (CNE) tuvo que admitir horas antes de las elecciones que era “técnicamente imposible cualquier tipo de fraude”.
A igual conclusión habían llegado los observadores del Mercado Común del Sur (Mercosur) y días antes, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE). Estos comicios fueron observados por más de 1.000 especialistas de América Latina, Europa y Estados Unidos.
La observación internacional no apuntó sólo a verificar el comportamiento de las instituciones y herramientas técnicas y legales del sistema electoral. También actuaron misiones especializadas en el seguimiento y evaluación del comportamiento de los medios de comunicación.
Pese a que a la hora de cierre de está crónica, esas observaciones no habían hecho públicos sus respectivos informes, casi todos los especialistas coincidían en señalar que la inmensa mayoría de los medios de comunicación –salvo los muy pocos de carácter público- se alienaron en bloque a favor del candidato opositor, y en casi todos los casos en forma obvia y sin siquiera respetar las normas de equilibro informativo que ellos mismos dicen postular y ejercer.
A la misma conclusión arribó uno de los periodistas más destacados de este país, Eleazar Díaz Rangel, director del diario Ultimas Noticias, en declaraciones a las emisoras Telesur y Venezolana de Televisión.
Del otro lado, la cadena GloboVisión tiene en su plantel de periodistas a individuos como Leopoldo Martínez, en la calle apodado “el matacuras” porque se lo sindica vinculado al asesinato, en El Salvador, del obispo Arnulfo Romero.
A la oposición le salió el tiro por la culata ya que no pudo crear el escenario propicio y recomendado por sus asesores estadounidenses para crear espacios de desestabilización política que incluso les abriera el paso a una aventura golpista.
En esta oportunidad, la campaña diseñada por la consultora Penn, Schoen & Berland (PSB) –vinculada a al Departamento de Estado y a la central estadounidense de inteligencia (CIA)- no logró imponer su estrategia de “encuestas de salida”, herramientas éstas utilizadas para crear escenarios de ingobernabilidad.
Buena parte de esa campaña apuntó a difundir temores dentro de los sectores medios del electorado, con argumentos como supuestas intimidaciones oficiales, imposición de la idea de fraude y de movilizaciones callejeras en defensa del voto.
A tal punto llegó la aplicación de esa metodología que abierta ya la jornada electoral, con miles de ciudadanos haciendo colas en los comicios desde horas tempranas, el candidato Rosales aun no había querido comprometerse en forma pública a respetar el resultado de las urnas, pese a que dirigentes de su sector y de la iglesia católica – férrea opositora a Chávez- habían comenzado a morigerar su discurso y a admitir que el sistema electoral de este país prácticamente imposibilita la comisión de fraudes.

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