lunes, febrero 12

Itinerario Político

La hora de ´Los Chuchos´
Desde las mocedades del PRD han intentado alcanzar la dirección nacional, sin que en 17 años lo hayan conseguido
E l Consejo Nacional del PRD, del pasado fin de semana, no fue más que un primer "¡quien vive!" entre las corrientes que habitan ese partido. Pero fue suficiente para "calar" lo que vendrá en un próximo Consejo Nacional Extraordinario, en donde la tribu de los llamados Chuchos -o Nueva Izquierda- finalmente alcanzará la presidencia nacional.
La de Los Chuchos es una corriente política al interior del PRD -motejada así por dos de sus fundadores: Jesús Ortega y Jesús Zambrano, aunque en rigor se debe agregar Carlos Navarrete-, que desde las mocedades de ese partido intentó alcanzar la dirección nacional, sin que en 17 años lo hayan conseguido. Más aún, es tal su persistencia, que un tanto en broma y un tanto en serio, se dice que tienen escriturado "el segundo lugar" en todas las posiciones en disputa.
El grupo de Los Chuchos se formó al calor de la contienda presidencial de 1988, cuando el entonces Partido Socialista de los Trabajadores (PST), de Rafael Aguilar Talamantes, se sumó al Frente Democrático Nacional (FDN), fuerza social que impulsó la candidatura de Cárdenas. En realidad se trató de un desprendimiento del viejo PST, creado desde el poder para simular una competencia de izquierda al PRI. El PST era uno de los "partidos paraestatales" o "satélites del PRI", que germinaron a final de los 70.
Ya en el PRD, los ex pesetistas Jesús Ortega y Carlos Navarrete se identificaron con algunos sectores de la vieja izquierda radical, entre ellos Jesús Zambrano -ex guerrillero de los años 70-, y formaron la corriente de Los Chuchos, a la que luego le impostaron el nombre de Nueva Izquierda, en una suerte de bautizo fallido, porque al final de cuentas Chuchos se llaman. Su característica principal, desde el nacimiento del PRD, fue su capacidad para el diálogo, la negociación y el acuerdo, lo que en los tiempos de la hegemonía partidista de Cárdenas les valió el despectivo mote de "negociadores", lo que entonces era un pecado.
En 1996, cuando ya habían jefaturado el PRD los líderes fundadores, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, el jefe de la tribu, Jesús Ortega, pretendió la presidencia del PRD, pero se estrelló con la negativa del tlatoani. Cárdenas tenía reservada la dirigencia del partido para su hijo político, Andrés Manuel López Obrador, quien se encargaría de la campaña de Cárdenas a jefe de Gobierno, en 1997. A Ortega no le quedó más que retirarse de la contienda, a cambio de ser designado secretario general del PRD. Y esos, los de 1996-1999, casualmente fueron los mejores años electorales para el PRD -hasta entonces-. ¿Cuál fue el secreto? Que Los Chuchos desplegaron sus habilidades negociadoras en el gobierno de Ernesto Zedillo.
Tres años más tarde, en 1999, de nueva cuenta Jesús Ortega buscó la presidencia del partido. Pero Cárdenas requería una dirigencia dócil y maleable, lo mismo que López Obrador. El primero buscaría la candidatura presidencial y el segundo la jefatura de Gobierno. Y a pesar de un acuerdo político previo, para que en 1999 Jesús Ortega fuera el presidente del PRD, nadie cumplió y Los Chuchos fueron relegados. Entonces llegó Amalia García, como presidenta del partido, en medio de una cuestionada elección interna. Los comicios federales del 2000 fueron un desastre para todo el PRD, salvo para López Obrador -que ganó la jefatura de Gobierno gracias al trabajo que hicieron Cárdenas y Rosario Robles-, por lo que en 2002 Los Chuchos insistieron en alcanzar la presidencia del partido. Pero otra vez, en otra escandalosa elección interna, fueron derrotados, en esta ocasión por Rosario Robles. De nuevo se quedaron con la segunda posición.
A partir de entonces, y a pesar de las traiciones, Los Chuchos se aliaron a López Obrador, no sólo para destruir a Rosario Robles, sino para aniquilar a Cárdenas. Los jefes de Nueva Izquierda creyeron tener el derecho, con esa alianza, a la candidatura a jefe del GDF. Jesús Ortega se postuló como candidato, pero su aliado lo traicionó y con todo el poder del GDF convirtió a Marcelo Ebrard en el candidato a jefe de Gobierno. Ortega se conformó con la simbólica jefatura de la campaña presidencial. O sea, nada.
Pero a pesar de los repetidos reveses, Los Chuchos trabajaron en la base, en casi todas las entidades del país, en donde hicieron alianzas con Dios y con el diablo -con la derecha y el PRI-, hasta hacer de su grupo el más fuerte en el PRD, el que más candidatos metió a los cargos de elección popular en la elección de julio de 2006. Luego de la contienda, se convirtieron en la corriente con más diputados federales, senadores, jefes delegacionales en el DF y diputados a la Asamblea capitalina. Además de que su grupo tiene el control político del PRD en una buena parte del país.
Lo que vimos ayer en el PRD -en donde Los Chuchos señalaron a López Obrador como el responsable de los errores de 2006, y de la alianza con Ana Rosa Payán- no es más que el principio de la guerra que viene, una guerra que será contra AMLO, porque es la hora de Los Chuchos. Al tiempo.
aleman2@prodigy.net.mx

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