martes, agosto 29

La Nación en Movimiento.

Mi solidaridad a los golpeados en Potrero.
Manuel García Estrada.
Desde hace semanas, meses, se ha radicalizado la más peligrosa de las entidades de la humanidad en México: la ignorancia.
La catástrofe mexicana que se vive por la enorme cantidad de personas cerradas en su mente, viscerales y desinformadas se debe a factores culturales, religiosos y mediáticos impulsados por el dinero. Por los intereses económicos que están no sólo en la decisión macroeconómica del rumbo nacional, sino en los que poseen capital relevante en todas las comunidades y ciudades.
Persona, viene del personae, máscara. Las personas de dinero que mezclan ello con una falsa y manipulada fe religiosa quieren vender a su contexto (empleados, clientes, proveedores, amigos y parientes) una idea de que no saben qué pasa pero que debemos evitar la confrontación y la violencia que nada bueno traen. Dando discursos a medias y manipulados desde las entrañas.
Los buenos que, según ellos, buscan un México estable, acusan a todo aquel que no piense como justamente ellos de ser agresivos, violentos, renegados, esquizofrénicos, revoltosos y le agregan conceptos de segregación como naco, apestoso, indios, ñeros, chilapastrosos. Práctica común desde siempre en los conflictos socio políticos que tuvo gran impulso en la segunda guerra mundial cuando la contra propaganda de los aliados definía a Hitler como loco, drogadicto, homosexual, mesiánico. Argumentos que Bush usó en la invasión a Irak contra Hussein y que su junior usa contra Irán, Corea del Norte o Hugo Chávez. Todos esos discursos tienen gran aceptación en las mentes débiles llenas de morbo y que se refugian en el confórt del mínimo esfuerzo intelectual.
Actualmente queda claro que el morbo, el chisme, el rumor, provienen de aquellos que no poseen plenitud en sus vidas íntimas; aquel que se preocupa por la sexualidad del vecino es porque no tiene absolutamente ninguna satisfacción en su propia sexualidad y ve qué hace o deja de hacer el otro para que su frustración se minimice u olvide. Ese autoengaño precisamente detona en el ignorante. Es más fácil creerse bueno y santo y juntarme con otros fantasiosos que asumir y aceptar al mundo como es: lleno de fallas, virtudes y tragedias.
México posee masas ignorantes que elevan los raitings de las televisoras con programas como Big Brother o La Academia o Bailando por un sueño o boda. Lo mismo ocurre con programas como Laura en América o Ventaneando. La falsa salida de ver en los demás su vida para evitar aceptar mi propia tragedia de vida es un buen negocio para los grandes capitales que saben que en el momento en que hay que usar a los telespectadores para convertirlos en votantes y sueñen en ser ciudadanos vayan al redil que más les convenga. Aunado a ello el sistema mexicano entreguista promueve la pésima calidad educativa y el veto y censura a la ciencia y los avances reflexivos. La gente cada vez lee menos y consume más tele. El nuevo altar está echado a andar. La traición al valor republicano de educar laicamente y gratuitamente para que la gente no sea borrega del dogma se comienza a imponer.
El sistema televisivo-Estado también ha comenzado a construir el escenario de los neofeudales: quemar en la hoguera a los que piensan distinto. Promueven la intolerancia y justifican las medidas de represión contra el que se atreve a expresar su oposición. El hecho ha llegado a tal grado que ya hay gente que se comporta como nazi o inquisidor: rechaza leer periódicos, libros, acudir a conferencias, leer volantes o folletos que cuestionan el orden fascistoide imperante. La tele lo ha comenzado a lograr. La intolerancia y el odio se vive en nuestras calles y lo avalan organizaciones ultraderechistas que se visten de patriotas y defensoras de la nación como coparmex o el consejo coordinador empresarial. Uniones de empresarios nada exitosos en el concepto genuino de empresario y que sólo desean México para sí porque en el extranjero las leyes del resto de los países les impiden hacer sus marrullerías.
Las mentiras llenan los ojos y oídos de las masas ignorantes transformándolas en sucias verdades. Para colmo la comunicación alternativa tiene serias dificultades para darse y popularizarse: el 80% de las comunidades indígenas del país no posee luz, con ello no hay internet y se evidencia que jamás tendrían manera de hacerle llegar a la nación sus necesidades, violaciones de derechos e ideas; entre ellos mismos las mayorías no saben leer y escribir, con ello se cierra la posibilidad de elaborar revistas, periódicos murales, carteles. ¿Qué le queda a las comunidades? el rescate de la oralidad efectiva, las juntas y asambleas, el uso de perifonéo o la audacia de llamados a reuniones urgentes como en Atenco: a través de cohetones que alertan a la comunidad a su defensa.
La efectividad de la promoción de la ignorancia llega a tal nivel que tan sólo en este espacio podríamos confirmar que quienes leen esta sección en este diario son menos a los que leen las secciones de deportes, entretenimiento o sociales. Jamás menospreciando esa información, sólo haciendo notar que el debate nacional no se efectúa con pelotas de fútbol ni en la fiesta de un niño nice o en la casa de Thalía.
La cerrazón ofende, la ignorancia ofende, la mentira ofende. La intolerancia es el verdadero peligro para México. Esa que hace que algunas de las señoras de camionetotas vean las manifestaciones como "agresiones" y actos "ilegales" que nos desean llevar a la "guerra", porque si hablan de paz necesaria es porque hay un estado de guerra (sic). Queda claro un argumento que es el punto de nuestro hoy día mexicano y que Lorenzo Meyer puntualiza con claridad: en la democracia lo único intolerable es la intolerancia.

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