miércoles, septiembre 6

¿JUVENTUD CONSERVADORA?


¿Juventud Conservadora?
El sentido de la subjetividad en la construcción de nuevas realidades.
J. Arriaga
Cada modelo social va conformando condiciones objetivas y subjetivas que le sean favorables para su aceptación y reproducción. El neoliberalismo no sigue esta regla. Las condiciones objetivas están a la vista. El caso de nuestro país lo muestra claramente: la privatización real de prácticamente todos los recursos de la Nación y la consecuente concentración extrema de la riqueza en pocas manos; el saqueo de nuestra economía y recursos naturales a través del TLCAN y otros acuerdos y tratados comerciales; el aumento sistemático del desempleo y el subempleo, al tiempo que se ofrecen jornadas de trabajo sin horario ni salario mínimo, sin seguridad social ni servicios médicos, etc., a tal grado que cuando un joven mexicano (ya sea del campo o de la ciudad) piensa en un empleo honesto y bien pagado piensa en emigrar al Norte.
¿Pero cómo es que todas estas condiciones se han venido imponiendo en muchas partes del mundo y en México sin la construcción de una alternativa real, tajante, viable y de respaldo masivamente popular; o “al menos” una gran rebelión popular que deje en el pasado este modelo de explotación, degradación e injusticia?
Sabemos que la respuesta no depende de un solo factor, pero la construcción de subjetividades sistémicas y funcionales tiene un papel importante en la comprensión del problema. El neoliberalismo no sólo se ha dedicado a despojar y reprimir, también se ha concentrado en dar la batalla en cada espacio de socialización donde los sujetos vamos construyendo nuestra forma de ver el mundo, los valores que guían nuestras prácticas y la conciencia sobre nuestra realidad. Espacios como la familia, el trabajo, la escuela y, desde luego, los medios masivos de in-formación han sido copados por la ideología dominante.
Si coincidimos en afirmar que el neoliberalismo se introduce en México durante los años 80’s, siendo 1988 el año más significativo, tenemos que quienes nacieron en aquél momento tienen ahora 18 años o más y constituyeron un sector de nuevos votantes en este 2006. Estos 18 años han significado privatizaciones, desempleo, disminución de la oferta educativa, desintegración familiar, deterioro ambiental, etc. ¿Pero ha sido suficiente el que este sector sea uno de los más afectados en términos objetivos por el neoliberalismo? ¿Los jóvenes rechazaron la continuidad del grupo en el poder y su modelo de depredación? Pues no. Según datos de varias encuestas publicados después del 2 de julio, los electores más jóvenes (entre 18 y 29 años de edad), votaron en su mayoría a favor del candidato de la derecha (38% contra 34% para López Obrador). Si a esto añadimos aquellos que se identificaron más con propuestas como las del PRI o las del PANAL o que decidieron un voto de rechazo o indiferencia a la candidatura de AMLO, la cifra es mayor al 60%. Pero el por qué López Obrador no fue el candidato más votado entre los jóvenes, no es el problema de fondo, mi interés es reflexionar por qué este sector, a pesar de ser uno de los más afectados por el modelo neoliberal en su forma más salvaje y corrupta, sí votó por la continuidad que ofrece la derecha.
Pienso que parte de la respuesta está en cómo la derecha y su modelo han privatizado, ante todo, la subjetividad. El problema no se reduce a ver el deterioro de las condiciones materiales de vida de los jóvenes, sino la conciencia que se tiene al respecto. Los jóvenes del campo y la ciudad están en su mayoría avasallados por una ideología dominante basada en valores como la competencia y el éxito individual sobre el colectivo, con un desprecio sistematizado por la historia y nuestro patrimonio cultural, por un culto al individualismo, la inmediatez y la felicidad hedonista ligada al dinero.
Contamos con una generación de jóvenes sin seguridad laboral, sin seguridad social, sin espacios de participación política, pero profundamente aspiracionales al modo de vida burgués del que se piensan automáticos herederos. Basando sus aspiraciones en las quimeras que genera el crédito, en la zanahoria del desarrollismo, en el individualismo como destino único y en la televisión y la internet como realidad alternativa a la que los oprime, la conciencia de los jóvenes sobre sus circunstancias está enajenada.
Pero, aunque desde abajo también construimos subjetividades y contrarrestamos la artillería neoliberal contando la otra parte de la historia, abriendo el futuro a nuevas realidades, desmontando las trampas del poder, su discurso y sus actores, cómo reconocer los que desde abajo se está haciendo en la construcción de espacios y condiciones de socialización distintas a las dominantes ¿Cómo valorar su importancia y potenciar sus alcances? Y, en su momento pensar en cómo dar el paso para la comunicación y hasta articulación de estos proyectos.
¿Qué se hace en los hogares que renuncian a la violencia como forma de relación entre sus miembros? ¿Cómo trabajan profesores y estudiantes que generan relaciones pedagógicas distintas y que recuperan contenidos como la historia, la filosofía y el pensamiento crítico hoy retirados de los planes de estudio? ¿Qué han hecho los integrantes de proyectos económicos exitosos basados en la cooperación y la equidad? ¿Cómo potenciar estos proyectos y experiencias a través de los grandes espacios de socialización ya generados como el Foro Social Mundial, el Diálogo Nacional, La otra campaña o la Convención Nacional Democrática, etc.?
La tarea no es menor, por más que la peor de las ortodoxias marxistas reste importancia al papel de la subjetividad en la construcción de la historia. La recuperación de una subjetividad erguida, crítica, conciente y con capacidad de generar alternativas es parte irrenunciable de todo proyecto revolucionario y libertario.
Comencemos por pensar cómo están colocados o situados los sujetos que constituyen cada uno de los proyectos de los que formamos parte. ¿Qué relaciones estamos generando en nuestros colectivos? ¿Hay reconocimiento y respeto a la diferencia de géneros, de identidad sexual, de edad, etc.? Si no asumimos esta otra parte de la tarea, podremos ser testigos y denunciar cómo las condiciones objetivas se siguen deteriorando, cómo las contradicciones del capitalismo se siguen agudizando, pero no sabremos cómo generar alternativas a la realidad que nos quieren imponer como destino irrenunciable al que solo nos podemos adaptar.

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