martes, mayo 15

Madrazo: La elección del 2006 era anulable
josé gil olmos México, D. F., 14 de mayo de 2007 (apro).- Roberto Madrazo Pintado asegura que la elección del 2 de julio del 2006, tenía posibilidades de ser anulada debido a la intervención de Vicente Fox, pero confiesa que no quiso “abrir la caja de Pandora” con la impugnación del resultado y lanzar a las calles a millones de priistas en protesta, porque él no era el triunfador de la contienda presidencial.

En el libro La traición, que en los próximos días estará en circulación y del cual Apro adelanta una parte sustancial, el excandidato presidencial del PRI hace varias revelaciones que parecen increíbles, como el hecho de haber confiado en Elba Esther Gordillo para hacer una alianza y ganar la presidencia del PRI.

También asegura que Carlos Salinas de Gortari no estaba detrás de su campaña presidencial, aun cuando el expresidente fue el responsable de haberlo sentado en la misma mesa con la maestra Gordillo a finales del 2001 en una isla del Caribe, para firmar la “alianza estratégica” y buscar juntos el Comité Ejecutivo Nacional del PRI y luego la candidatura presidencial.

Roberto Madrazo dice en el libro su verdad: que fue traicionado por Ernesto Zedillo, Elba Esther Gordillo y un grupo de gobernadores que pactaron con el PAN. Pero no aporta muchos datos, más bien se basa en declaraciones y en dichos.

El tabasqueño, quien precisamente ha sido acusado por sus propios compañeros de partido, especialmente por la profesora Gordillo, de ser un hombre poco confiable, afecto a la traición, manifiesta que la del año pasado fue una “elección de Estado” en su contra.

Según su percepción, su campaña iba ganando espacios y la campaña de medios subvencionada por el gobierno de Vicente fox, que lo ubicada en tercer lugar, no era real, pero al final se incrustó como una verdad mediática.

Dice que la noche del 3 de julio, una vez que se tuvieron los resultados que daban como ganador a Felipe Calderón, estuvo “tentado” a impugnar los resultados debido a muchas irregularidades detectadas, entre ellas la intromisión de Fox. Pero esgrime que no lo hizo por conveniencia propia.

“No entraba a la pelea. Mis propios números y los del partido me decían que en los paquetes no había dos millones de votos más para Roberto Madrazo, como aseguraban los dirigentes del PRD. Y mira que lo revisé todo. ¡Que si era una tentación! Se abría la posibilidad de anular la elección y pelear de nuevo, bajo nuevas condiciones. Por lo demás, había elementos suficientes hechos irrefutables y preceptos jurídicos para anularla por la intromisión del presidente Vicente Fox. Pero se hubiera incendiado el país”, sostiene Madrazo en el libro.

Según Madrazo, el priismo que votó por él --11 millones de mexicanos--, “se hubiera alzado en masa, con todo y contra todo”, junto con los seguidores de Andrés Manuel López Obrador. Y entre ambas fuerzas, PRI y PRD, hubieran obligado al Instituto Federal Electoral (IFE) a abrir todos los paquetes electorales.

La razón por la que no lo hizo, la explica: “Porque Roberto Madrazo sabía, por sus propios números y por los números del partido que, aun abriendo paquete por paquete, no alcanzaba a los dos punteros. Ese fue el punto para mí, no otro, en esas circunstancias. Un dilema político y moral, y después de sopesarlo con toda responsabilidad decidí no pasarlo por alto. Sentí que no podía invocar el precepto legal y mis derechos, sabiendo que los números no me daban. Ese fue el punto para mí. Sentir que con la invocación del derecho le daba vuelta a lo que no tenía vuelta y era claro para mí esa noche: nos habían ganado la elección.”

A lo largo del libro Madrazo responde las preguntas de su exasesor Manuel S. Garrido, quien trabajó también para Marta Sahagún. En diversas partes acusa de traición a Ernesto Zedillo, a Elba Esther Gordillo y a varios gobernadores, a quienes acusa de haber pactado con el PAN la “transición” presidencial. Entre ellos al gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás, y al del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quienes elaboraron un desplegado en favor de Calderón el 3 de julio del 2006.

Pero más allá de estas acusaciones, Madrazo revela en el libro que tuvo la “tentación política” de apostarle a la estrategia de pedir la apertura de todos los paquetes electorales. Si embargo, reitera que esto hubiera acarreado “una ingobernabilidad imprevisible para el país”. Y por ello, sostiene, “no me presté al juego”.

A su ver, esa decisión no significo un error. Y por ello asegura que no se arrepiente de no haber impugnado la elección.

“Entre la impugnación, utilizando para ello la iniquidad y la intromisión clara de Fox, y mi responsabilidad política, con base en los números que yo tenía en la mano, me detuvo el escenario de ingobernabilidad y caos que, en mi opinión, sumiría al país de una manera irremediable e imprevisible. Te digo: no me arrepiento de haber actuado como lo hice esa noche”, en referencia al día de la elección presidencial.

Madrazo señala que lo más cómodo hubiera sido salir a la calle y protestar, pero no lo hizo porque hubiera sido irresponsable. “Esa noche no estaba para aventuras”.

“Esa noche Madrazo podía haber abierto una verdadera caja de Pandora y desatar una crisis, sin la menor posibilidad de lograr más que la apertura del caos en el país”. No obstante no lo izo y se justifica: “la política y las decisiones son de tiempo y de circunstancias. Y aquella noche esas eran las circunstancias”.

Asume que “quizá” se desaprovechó la oportunidad jurídica de pelear en los tribunales, porque la elección era anulable desde cualquier punto de vista jurídico. En defensa a su decisión advierte que de haber aceptado salir a protestar, seguramente los gobernadores del PRI lo habrían enfrentado, algunos de los cuales ya habían pactado con Felipe Calderón, y entonces “el país ahora sería un caos”.

Revela que los gobernadores lo presionaron para que aceptara la derrota, incluso algunos querían que fuera a la casa de campaña de Calderón, a pesar de que no había números definitivos. “¡Nalgas prontas!, les gritó Manlio Fabio Beltrones y apenas se sonrojaron un poco”.

Al final del libro sostiene que no le gusta ganar las competencias en los tribunales, que no quiso ser irresponsable con el país, y que ahora seguirá dando la lucha política, pero desde la sociedad civil.

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