miércoles, mayo 2

Por tercera vez desde 1959 Fidel Castro no encabeza los festejos en La Habana

Raúl Castro y líderes revolucionarios presencian desfile del primero de mayo

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

Raúl Castro, al frente del gobierno cubano de manera provisional, presenció ayer el desfile del primero de mayo en la Plaza de la Revolución.
Raúl Castro, al frente del gobierno cubano de manera provisional, presenció ayer el desfile del primero de mayo en la Plaza de la Revolución. Foto: Reuters
Ttrabajadores celebran en La Habana con la imagen de Fidel Castro
Ttrabajadores celebran en La Habana con la imagen de Fidel Castro Foto: Reuters

La Habana, 1º de mayo. El presidente Fidel Castro estuvo ausente en el tradicional desfile de este día, pero ofreció nuevas señales de actividad política, al difundir un artículo en el que criticó el plan brasileño para producir etanol y opinó que la alternativa es una masiva reconversión tecnológica para bajar el consumo energético a gran escala.

Castro, de 80 años de edad, ha estado fuera de la vista pública desde hace nueve meses, cuando estalló su crisis de salud y cedió el ejercicio de funciones a su hermano Raúl, quien encabezó el martes la celebración sindical.

"Nada me anima contra Brasil", dijo el líder cubano en el artículo, pero insistió en que la producción extensiva de biocombustible de cualquier origen tendría un impacto negativo en el cambio climático y en la disposición de alimentos para el Tercer Mundo. Paralelamente a su tema central, Castro advirtió el riesgo de una recesión en Estados Unidos, anticipada por la caída del dólar.

El esquema de mando

Tras la cirugía intestinal de urgencia del 27 de julio de 2006, Fidel Castro ha dado señales de recuperación progresiva, confirmada por testimonios de sus allegados, hasta llegar a un limitado nivel de actividad política.

Entre esas señales están sus cuatro artículos del último mes, mensajes escritos que ha relatado el presidente venezolano Hugo Chávez, la conversación de una hora con un alto dirigente chino hace diez días y una reunión de dos horas el pasado viernes 27, de la que habló en Venezuela el fin de semana el vicepresidente Carlos Lage y a la que también asistió el canciller Felipe Pérez Roque.

Pero la prolongada ausencia de Fidel Castro en actos públicos muestra los límites de su estado físico, que a la vez condiciona el esquema de mando nacional.

En un sistema como el cubano, donde está arraigado el lenguaje simbólico, parece relevante reconocer el mensaje compuesto por la aparición del artículo y la presencia de Raúl Castro en la Plaza de la Revolución, como el refrendo de un mecanismo de reparto de tareas, que ha ido cristalizando en lo que va del año.

En esa medida, y cuando la aparición física del mandatario está claramente condicionada por el cuidado médico, la incógnita se desplaza a los ajustes que puedan realizarse en la organización de la dirigencia.

Hasta ahora el liderazgo cubano se rige por la Proclama del 31 de julio pasado, en la cual Fidel Castro delegó sus principales funciones "con carácter provisional" a Raúl, lo mismo que hizo con algunos programas que confió temporalmente a otros funcionarios.

Esta mañana Raúl Castro presenció el desfile junto a los comandantes de la Revolución Ramiro Valdés y Guillermo García, veteranos de la Sierra Maestra, y a Lage y José Ramón Machado Ventura, dos de los líderes con tareas asignadas en la Proclama.

Sin cambios de fondo en la política oficial, Raúl Castro ha impulsado programas que estaban en camino bajo la conducción de su hermano mayor. Un ejemplo es la campaña para elevar el rendimiento de la jornada laboral, combatiendo los retrasos, el ausentismo, la baja productividad y el robo de mercancía en las empresas, a la que aludió en un mensaje hoy el líder de la central sindical única, Salvador Valdés.

Pero Raúl ha mostrado en los últimos nueve meses un estilo distinto, como el que quedó ilustrado con el mensaje de Valdés reducido a unos cinco minutos y la marcha concluida en apenas dos horas, en contraste con el gusto de Fidel por los largos discursos y las concentraciones de gran calado.

Desde el triunfo de la revolución de 1959, Fidel Castro sólo había estado ausente en dos ocasiones en un acto del 1º de mayo en Cuba: ese mismo año, cuando viajó a Brasil, Argentina y Uruguay y en 1963, cuando realizó una gira por la Unión Soviética.

Esta vez el desfile tuvo como tema destacado la denuncia de la liberación bajo fianza en Estados Unidos de Luis Posada Carriles, el confeso promotor de atentados contra objetivos cubanos en las últimas tres décadas.

En su artículo, Castro volvió a uno de los temas que atrae su atención en los últimos años, el del dilema de la energía en el mundo. Después de haber criticado en sus textos anteriores la política de Estados Unidos de producir etanol a partir de alimentos, esta vez impugnó además la decisión del presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva de bombear combustible extraído de la caña de azúcar.

"Lo que se impone de inmediato", escribió Castro, "es una revolución energética que consiste no sólo en la sustitución de todas las luminarias incandescentes, sino también en el reciclaje masivo de todos los equipos domésticos, comerciales, industriales, transporte y de uso social, que con las tecnologías anteriores requieren dos y tres veces más energía".

El líder cubano propuso así expandir al mundo la reconversión que ha ejecutado en su país en los últimos tres años. En su argumentación contra el plan brasileño, Castro citó las exigencias físicas y el costo social del corte de caña; el impacto ambiental de un aumento del gasto de combustible para la maquinaria; el desplazamiento de fuerza laboral y una posible distribución internacional del trabajo en esta forma:

"Nada impide que el capital norteamericano y europeo financie la producción de biocombustibles. Podrían incluso regalarles los fondos a Brasil y América Latina. Estados Unidos, Europa y demás países industrializados se ahorrarían más de 140 mil millones de dólares cada año, sin preocuparse de las consecuencias climáticas y de hambre, que afectarían en primer lugar a los países del Tercer Mundo".

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