Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández |
En un extraordinariamente breve espacio de tiempo, las “convencionales reservas” de la clase media política de EEUU han abrazado la idea de que el incremento de tropas de George W. Bush para la guerra de Iraq durante 2007 ha sido un “éxito”. Esta muy dudosa idea –basada tan sólo en el hecho de que la atroz tasa de asesinatos que el acto de agresión de Bush engendra en ese país ha amainado, de momento, hasta niveles anteriores de carnicería que ya eran considerados catastróficos- se utiliza ahora como una asunción básica en el “debate” sobre la guerra de Iraq, especialmente entre los expertos y fuera del ámbito de la campaña electoral.
Pero sobre el terreno, en Iraq, desde donde algunos buenos reportajes aún logran abrirse paso rompiendo la mordaza de los medios corporativos, el cuadro es muy diferente. Iraq está siendo devorado en vida por la corrupción de los colaboracionistas de la ocupación estadounidense (1), por la implacable propagación de las enfermedades y de las privaciones extremas (2) y por la incesante violencia (3), incluidos los cada vez más numerosos ataques aéreos (4) que están provocando gran cantidad de bajas civiles y que están siendo llevados a cabo por esas fuerzas estadounidenses “incrementadas”, y a causa, también, de la “limpieza étnica” y otras brutales operaciones de terroristas y milicias sectarias que están ahora en nómina de la Administración Bush (5).
Esa continuada violencia puede claramente apreciarse en el último informe de IraqBodyCount.org (6), que estima que al menos 1.100 civiles iraquíes murieron asesinados en noviembre como consecuencia de actos violentos relacionados con la guerra, incluidos al menos 75 civiles directamente asesinados por las fuerzas estadounidenses. Esto es a lo que “la crema y nata” de Estados Unidos denomina ahora “éxito”. (Y recuerden, las estimaciones de IraqBodyCount se suelen quedar siempre cortas; más bien deben considerarse como cifras mínimas, no como totales).
Además, como informa el Guardian (7), la relativa disminución de la tasa de muertes parece ser en gran medida consecuencia de una decisión de los principales opositores a la ocupación estadounidense –las milicias sunníes y el ejército chií del clérigo Muqtada al-Sadr- de esperar pacientemente a que termine la escalada, escalada que incluso sus más entusiasta defensores admiten que no va a poderse mantener militarmente durante mucho tiempo más. Otro factor es desde luego la deriva de la administración Bush de tratar de sobornar a algunos grupos sunníes (8) que mataron ya a gran número de tropas estadounidenses, dando a los supuestos anteriores insurgentes dinero, armas, uniformes y territorio para gobernar con puño de hierro.
La corrupción hierve por todo el gobierno iraquí, una imagen en espejo de la putrefacción en la casa de los amos de Iraq en Washington aparece bien reflejada en una historia que este fin de semana publicó el New York Times (9). En el informe aparecía lo siguiente:
Hombres desempleados llegan a pagar sobornos de hasta 500 dólares para poder incorporarse a la policía. Las familias construyen ilegalmente casas en terrenos del gobierno, los túneles de lavado roban agua de las cañerías públicas y casi todo el gobierno compra o vende todo lo que se puede encontrar en el mercado negro.
Los medicamentos para el cáncer (del Ministerio de Sanidad), unas cuantas cápsulas, cuestan 80 dólares; el metro de cable eléctrico (del Ministerio de Electricidad) va por los 200 dólares e incluso los libros de texto de tercer grado (robados del Ministerio de Educación) deben comprarse en las librerías por tres veces el valor de lo que costaban en los colegios en otra época.
“Todo el mundo roba al Estado”, dice Adel Adel al-Subihawi, un importante dirigente tribal chií en ciudad Sadr, echándose disgustado las manos a la cabeza. “Es como un gran banquete donde todo el mundo quiere comer…”.
Y la extensión del latrocinio es asombrosa. Algunos funcionarios estadounidenses estiman que hasta una tercera parte de lo que dedican a contratos y subvenciones iraquíes o no aparece o se roba, aunque una porción va a parar a las milicias sunníes o chiíes. Además, un alto funcionario iraquí anticorrupción estimaba este otoño -antes de dimitir y escapar del país después que 31 empleados de su agencia hubieran sido asesinados en un período de tres años- que, desde 2004, 18.000 millones de dólares del dinero entregado al gobierno iraquí se había perdido a través de diversos sistemas de robo.
El pillaje colectivo socava la capacidad de Iraq para proporcionar servicios esenciales, pieza clave para mantener los recientes avances en materia de seguridad, según los comandantes militares estadounidenses. También siembra una desconfianza corrosiva en la democracia y entorpece la reconciliación, al resistirse los grupos atrincherados en el gobierno dirigido por chiíes a llevar a cabo reformas que acarrearían poner límite a esa malversación del dinero.
Desde luego, esto no resulta realmente nuevo para nadie que haya seguido atentamente los hechos en los últimos años. Ni tampoco la corrupción es únicamente resultado del latrocinio nativo; al menos 8.000 millones de dólares o más de dinero iraquí “desapareció” cuando estaba bajo control directo del virrey de Bush, Jerry Bremer. Esa avalancha de inmoralidad está yendo a parar a una gran cantidad de arcas ubicadas entre el Tigris y el Potomac.
Hay muchos que han apuntado también a los primeros planes de la Administración Bush de convertir Iraq en un parque temático de la “doctrina de shock”, donde a un pueblo conquistado se le iban a aplicar todos los principios extremos del “fundamentalismo de libre mercado”. Gran parte de ese plan se quedó por el camino (aunque una buena parte de él se le impuso calladamente a Iraq mediante la incorporación forzosa de muchos de los arbitrarios decretos del conquistador imperial a la nueva constitución iraquí elaborada en Washington). Pero si Iraq no ha llegado completamente a convertirse en la atracción de feria de Milton Friedman en que los invasores intentaban reducirla, sí ha devenido en la inmensa encarnación –el DNI- de la verdadera esencia del régimen de Bush: una cleptocracia violenta y sin ley.
Y permítanme que aclare otro aspecto, de forma mucho más nítida que lo hizo el Times: la masiva corrupción que se registra en Iraq está siendo perpetrada casi enteramente por agentes y aliados del gobierno que Estados Unidos apoya. Esta corrupción literalmente asesina es apoyada y protegida por todo el poder del ejército estadounidense, como también lo son las torturas practicadas rutinariamente a decenas de miles de iraquíes que el gobierno mantiene prisioneros. (Y, desde luego, las mismas fuerzas estadounidenses retienen a unos 25.000 iraquíes en varios campos de concentración por todo el país).
Y como siempre en este tipo de situaciones, las atrocidades de los poderosos se escriben sobre los cuerpos de los más vulnerables. Como informa el Observer (10), el cólera se extiende ya por Bagdad, consecuencia de la devastación por la guerra del sistema de aguas residuales, que los ocupantes y sus sátrapas no se han molestado en reconstruir en más de cuatro años –debido parcialmente a la violencia engendrada por la invasión y la ocupación y la corrupción rampante mencionada antes de ocupantes y sátrapas:
Bagdad se enfrenta a una ‘catástrofe’ a causa del aumento del cólera a más de 100 casos en las últimas tres semanas, afianzando los temores de que aparezca una epidemia ante los escasos servicios sanitarios y la inminente estación de las lluvias.
Al aproximarse la estación lluviosa en Iraq, sus viejas tuberías y sistemas de tratamiento de agua, muchos de ellos dañados o destruidos por más de cuatro años de guerra, suponen una nueva amenaza para una población harta de crisis. Claire Hajaj, portavoz de UNICEF, dijo: “Las canalizaciones de agua y alcantarillado están en situación crítica. La contaminación de las canalizaciones por las aguas residuales es quizá el mayor peligro para la sanidad pública y medioambiental a que se enfrentan los iraquíes, especialmente los niños. Las enfermedades diarreicas propagadas por el agua matan y enferman a más niños iraquíes que cualquier otro motivo, excepto la neumonía. Estimamos que sólo uno de cada tres niños iraquíes dispone de agua segura, siendo Bagdad y otras ciudades del sur las más afectadas’.
… Las Naciones Unidas han informado de 22 muertes por cólera este año, y 4.569 casos confirmados por el laboratorio… Se ha extendido ya por la mitad de las 18 provincias del país, pero la mayor preocupación se sitúa en Bagdad…
El cólera se puede prevenir tratando el agua potable con cloro y mejorando la higiene, pero hay estimaciones de que alrededor del 70% de los iraquíes no pueden acceder a agua limpia. Muchos o son demasiado pobres o están demasiado espantados para salir a la calle a comprar agua embotellada, confiando en su lugar en el agua del grifo, que procede con frecuencia de fuentes contaminadas. Las compañías responsables de recoger las basuras y seguir la situación de las aguas residuales se resisten a entrar en las zonas más violentas de Bagdad.
Volvamos a esa frase de la portavoz de UNICEF: “Las enfermedades diarreicas propagadas por el agua matan y enferman a más niños iraquíes que cualquier otra cosa excepto la neumonía. Estimamos que sólo uno de cada tres niños iraquíes dispone de agua segura.” Ahí están las muertes de civiles relacionadas con la guerra que no se recogen en la mayoría de los recuentos, que se suelen centrar en las víctimas directas de la violencia. Pero al igual que vimos con las sanciones genocidas que convirtieron en víctimas durante años a los ciudadanos más pobres de Iraq, sanciones auspiciadas por esos iluminados hombres de estado demócratas Clinton y Gore, y sus homólogos progresistas del Reino Unido Blair y Brow, los costes indirectos de la “planeada dominación” pueden ser tan mortíferos como las bombas de 500 libras de peso arrojadas sobre barriadas muy pobladas.
Y no se equivoquen: esta exhibición de horror sigue y seguirá, no importa quién salga elegido como presidente el próximo año. Todos los “importantes” y “serios” candidatos de ambos partidos se comprometieron a mantener en el futuro inmediato en Iraq algún tipo de presencia militar estadounidense. Bush y el Primer Ministro iraquí Nuri al-Maliki
–con sus cuerdas de títere pintadas recientemente de neón y ahí están resplandeciendo para que todos las vean- firmaron recientemente un infame tratado no-tratado que garantiza una presencia permanente –perdón, “duradera”- de la fuerza militar estadounidense en Iraq. El formidable Tom Engelhardt (11) proporcionó valientemente los detalles de las bases más importantes y permanentes –perdón, “duraderas”- que la Administración Bush está construyendo por todo el país para hacer de esa ocupación algo eterno.
Es inconcebible que otros personajes parecidos como Hillary Clinton o Barack Obama desmantelen sencillamente esas bases –incluida la inmensa fortaleza armada que servirá de embajada estadounidense en Bagdad- si uno de ellos se convierte en presidente. A ambos les sería muy penoso mostrar cuán “duros” son, de la misma manera que el joven Bill Clinton presionó para que se enviaran misiles a Bagdad y mataran a civiles después de que unos cuantos contrabandistas iraquíes torturados por los kuwaitíes declararan que formaban parte de un inverosímil complot para matar a George Bush I (12). Ni Hillary Clinton ni Obama se arriesgarían nunca a asumir las responsabilidades por la muy auténtica –y merecida- humillación que supondría desmantelar las bases. En cualquier caso, ¿dónde más van a situar a las fuerzas militares que ambos proponen que continúen “proporcionando entrenamiento a las fuerzas iraquíes” y para ayudar a los iraquíes en las “operaciones de contraterrorismo”, etc.? Sí, hoy pueden insinuar o incluso prometer trasladar las bases, del mismo modo que Bush prometió derribar la prisión de Abu Ghraib de Sadam. Pero al igual que Bush, pensarán sin duda que las instalaciones sirven muy bien para sus propósitos.
Así es, los niños seguirán muriendo de cólera y diarrea a falta de las medicinas vitales que se liquidan en el mercado negro, al estilo Harry Lime (13), y a causa del colapso general de las infraestructuras necesarias para mantener el mínimo más básico de vida civilizada. ¿No es una extraña situación? Una guerra que el pueblo estadounidense no quiere, que el pueblo iraquí no quiere, que la inmensa mayoría de la gente de todo el mundo condena y desprecia y, sin embargo, sigue adelante y así seguirá año tras año. ¿Y la causa de todo eso? Porque sirve a los intereses de aquellos que tienen el deseo –y el poder- de hacer que continúe: la “bipartidista política exterior del establishment estadounidense”, unido a su compromiso de imponer el dominio económico y político de EEUU en el mundo. (Y no sólo la supremacía, si quieren que les diga la verdad, un respeto conseguido libremente por los logros nacionales, sino el dominio indiscutible, una hegemonía que no puede permitir rival alguno y busca castigar cualquier desobediencia a la voluntad de Washington. Para más información, véanse los artículos de Arthur Silber “Dominion over the World” (14).
Entonces, ¿qué harán finalmente nuestros dirigentes actuales y futuros, republicanos y demócratas, para mantener todo eso? ¿Cuál es el lema más adecuado para el máximo valor que encarnan y al que con mayor asiduidad sirven?
Un niño que agoniza en medio de sus propios excrementos y sangre en una tierra despedazada por una guerra criminal.
N. de la T.:
Enlaces indicados en el original y relativos a la información recogida:
http://observer.guardian.co.uk/world/story/0,,2220529,00.html
http://rawstory.com/news/2007/NBC_Wave_of_violence_against_women_1124.html
http://www.associatedcontent.com/article/465410/1100_iraqi_civilians_reportedly_killed.html
http://observer.guardian.co.uk/world/story/0,,2220529,00.html
http://www.veteransforcommonsense.org/index.cfm/Page/Article/ID/29
http://powerofnarrative.blogspot.com/2007/02/dominion-over-world-vi-global.html%20
Enlace con texto original en inglés:
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