jueves, agosto 31

EL BUNKER Y LA RAZON CINICA

El búnker y la razón cínica
Bajo la dictadura de Francisco Franco en España, la palabra búnker era sinónimo de una sociedad jerarquizada y clasista. Más allá de su definición etimológica (búnker = casamata, refugio fortificado), la mítica bunkeriana remitía a un modo de resistencia contra el cambio y la innovación sociales practicado por una minoría dominante. Junto a la defensa de la Santa Madre Iglesia, los miembros del búnker cultivaban la intransigencia. Un absurdo esencialismo a-histórico. El a-dialectismo. Provistos de un severo repertorio ideológico con aires de cruzada, los miembros del búnker se singularizaban por la afirmación y la defensa permanentes de los valores y los intereses de la clase en el poder. No podía haber otra moral ni otro orden de libertades que no fueran los del orden capitalista-burgués impuesto por la dictadura franquista. En el esquema maniqueo que enfrentaba a las fuerzas del bien con las del mal, Dios no podía ser jamás republicano.Si contrastamos el México actual y a su clase dominante con el franquismo, conviene preguntar por qué alguien -persona o entidad social- es intolerante y por qué ese fanatismo queda envuelto en la maniobra que utiliza el repertorio de los principios permanentes. Tras esa escenografía se esconde una respuesta sencilla: la defensa de un orden concreto de intereses; todo un estilo y un modo de vida que conviene a esos intereses de clase.Es común que los principios se apuntalen de manera constante con la creación de una mítica. Así, no es forzado admitir que tanto los bunkerianos del nacional-catolicismo español, como los neofranquistas, los foxistas y neopanistas de hoy han tenido un sentido muy agudo del marketing, de las exigencias del mercado.Conviene recordar que el mito es al mantenimiento del esquema social lo que la publicidad a la expansión del producto: un modo de promoción constante que actúa sobre el deseo del consumidor. Los miembros del búnker entienden eso a la perfección. Saben que su permanencia en el poder y la correspondiente esclerosis política y moral de la sociedad subordinada, sólo son sostenibles si se dinamiza su presentación y su envoltura. De ahí la insistente creación de mitos, que son la correa de transmisión de su política defensora de los intereses dominantes.Los mitos del búnker se refieren, como es natural -y no está de más confrontarlos con las trampas semánticas y la fraseología falsificada del régimen foxista en el México poselectoral-, a los valores más comerciables en el mercado: la unidad sublime del ente nacional; la defensa de México, de la patria, de la democracia, las instituciones, las libertades, del Estado de derecho; el orden natural de las clases sociales, y el enlace directo con la divinidad, verbigracia, el llamado de varios jerarcas de la Conferencia del Episcopado (los cardenales Norberto Rivera y Juan Sandoval y los obispos José Martín Rábago y Carlos Aguiar) "a la reconciliación, la concordia y la paz" entre los mexicanos, en contraposición al "odio" y la "violencia", que "siempre es condenable y estéril", de quienes -se infiere-, no serían mexicanos. Mitos, mitos, mitos.Un búnker, dos búnkers, tres búnkers... Hay un búnker que desata campañas de odio y de miedo, con mensajes racistas, anticomunistas y antintelectuales que recuerdan los gritos frenéticos del falangismo español de ¡Muera la inteligencia! y ¡Viva la muerte! En sus filas hay rufianes como los que atacaron a Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis y al cineasta "judío" Luis Mandoki, y tasajearon obras artísticas de apoyo al voto por voto.Ese búnker, constituido por profesionales del odio de extracción cristera, profalangista y sinarquista, que se han rearticulado durante el foxismo a partir de los residuos de organizaciones semisecretas anticomunistas tipo el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO), la Organización Nacional de El Yunque y Los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, es preocupante, pero no tanto. Se sabe dónde están, quiénes lo componen y dónde reciben apoyo y dirección moral y económica.Hay un búnker-masa que integran organizaciones civiles de ultraderecha que profesan un integrismo básico, tales como la Asociación a Favor de lo Mejor, Red Familia, Yo Influyo, Consejo Mexicano de la Juventud, Alianza Sindical Mexicana, Liderazgo Emprendedor, Compromiso Joven, Vida y Familia A. C., Asociación Nacional Cívica Femenina, Pro-vida, Centro de Liderazgo y Desarrollo Humano, Unión Nacional de Padres de Familia, Confederación USEM, México Unido contra la Delincuencia, que se alimentan de la mítica que ampara los valores esencialistas y permanentes de la plutocracia gobernante, que remiten a la paz, al orden y el continuismo en el marco de una estructura opresora y antidemocrática que se escuda en un liberalismo formal.Ese búnker-masa, cuyas organizaciones dirigentes esgrimen un prefascismo larvado, es el que se moviliza a partir de fenómenos a-críticos, emocionales (temores, miedo). El que nutre las manifestaciones patrióticas o sale a la calle cuando el "orden" es desafiado por la "criminalidad" (por ejemplo, la Marcha del Silencio del 24 de junio de 2004). Es la misma masa que fue bombardeada mediáticamente con la consigna "AMLO: un peligro para México", con la intención de arrancar un voto del miedo en los pasados comicios. Fue a esos grupos a los que se dirigió Felipe Calderón cuando lanzó la campaña Pintemos a México de blanco, en el marco de un discurso fascistoide que confronta a los "pacíficos" con los "violentos". Es en esos grupos, que integran la llamada Sociedad en Movimiento, que esperan apoyarse Calderón y el PAN si llegan al gobierno, para ensayar un autoritarismo de nuevo tipo. Además del búnker-acción y el búnker-masa, existe un búnker-búnker. El búnker dirigente. Dicho búnker está formado por la clase dominante en sus estratos superiores. Es el titular de los intereses que son puestos en peligro por la evolución crítica de la sociedad. En tales circunstancias, los miembros del búnker dirigente no dudan en defenderse con todo el peso de las "instituciones" y las fuerzas represivas del Estado.A ese búnker pertenecen banqueros, capitanes de industria, grandes empresarios de los medios de comunicación, en particular los electrónicos, buena parte de los integrantes de la clase política, la plana mayor del charrismo sindical, intelectuales, académicos, periodistas. Se trata del búnker institucional en cuyo seno se mueven los 10 magnates mexicanos que figuran en la lista de la revista Forbes, los 39 barones del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios que concentran 40 por ciento del PIB nacional, los integrantes del Consejo Coordinador Empresarial, los representantes de trasnacionales como Procter and Gamble, Kimberly Clark, American Express, Grupo Carlyle, General Electric, McDonalds, Johnson and Johnson, Microsoft, ING, Jumex, Pepsico (propietaria de Sabritas), unos pocos millares de industriales medios, algunos jerarcas de la Iglesia católica y de otras denominaciones cristianas, y un cortejo de bunkerianos menores, que les rodean y acompañan como los asteroides escoltan a los planetas y contribuyen a su mecánica celestial.En la coyuntura, el verdadero problema en la batalla por las libertades públicas, la defensa del voto y la construcción de un proyecto alternativo de nación donde todos quepan radica en el búnker institucional. A medida que se agudizan las contradicciones, los administradores del búnker-búnker ensayan una nueva mítica para hacer pasar las posturas conservadoras. Recurren a una semántica democratizante (Calderón ofreció "cogobernar" con quien antes definió como "un peligro para México" y aplicar programas que antes criticó por "populistas"), para contrabandear la mercancía reaccionaria y prolongar la dominación estructural sobre las masas de "renegados" y "violentos". Así, mientras la sociedad conservadora condena "toda" violencia, su larga mano, el búnker-acción, ya sea por acción física o intelectual, pero siempre acción directa, realiza actos vandálicos, intolerantes, como la destrucción de 53 obras que integraban la exposición de gráfica digital De las obligaciones de la razón (al mayoreo y al menudeo).El carácter, aspiraciones y la verdadera ideología del búnker-dirigente asoman cuando sus hombres abordan el tema de las instituciones y la función que compete al poder. Como ocurre con el dinero, con las instituciones y el poder no se juega. Todo es negociable. Todo tiene arreglo si no se toca el dogma. Y el dogma son el dinero, el poder y las instituciones. Ninguna de las tres cosas es negociable. Por eso la millonaria campaña de propaganda en defensa Instituto Federal Electoral, paradigma del "México moderno". El sacrosanto IFE, "ciudadanizado", "blindado", "a prueba de fraudes". Mitos, mitos, mitos. El autoelogio. La autolegitimación del fraude disfrazada de reivindicación de la "ciudadanía" encarnada en "la gente común". El viejo recurso de elogiar al populacho, a la chusma: María la tortillera, Pancho el plomero, Rosita la cajera, mancillados en su "honor" por quienes amenazan al Estado de derecho al reclamar voto por voto, casilla por casilla. Otra vez la trampa semántica y la razón cínica. El fútil y mendaz intento por fusionar el Estado, sus aparatos y las instituciones con todas las Marías tortilleras de México. Un exabrupto, que exhibe el desprecio de los propagandistas y sus contratistas por los de abajo.¿Qué es el poder para el búnker? Ante todo una pasión. Una pasión útil, sórdida, al servicio del juego de intereses. El poder constituye un instrumento de dominio clasista, jamás un mecanismo que encarne la voluntad de la mayoría popular. Para la plutocracia, el poder es la emanación jurídica y soberana de su pura voluntad de mando, que se apoya, en definitiva, sobre la necesidad de sostener unos principios inmutables que justifican cualquier medida que pueda adoptarse en el gobierno del Estado, por monstruosa o impopular que esta sea. Es el empleo del poder como mazo que levita sobre la sociedad. Ejemplos sobran: Acteal, El Charco, El Bosque, Sicartsa, Atenco, Oaxaca, las tanquetas en San Lázaro.Pero hay, en el búnker, un miedo patológico a la información. Para el búnker, el periodismo ha sido una palanca para la creación de mitos o bien para su alimentación. Los dueños de los grandes medios utilizan la información como vehículos de propaganda. Como un instrumento de deformación de la realidad al servicio de la sociedad piramidal y clasista. Es un miedo elemental. Saben que la información constituye el oxígeno que habrá de poner en marcha un verdadero proceso de democratización del país, que hará peligrar los principios y esquemas de dominación, esos que el búnker representa en forma extrema. Por eso no quieren que el pueblo esté informado. Por eso temen a la verdad.

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