Ebrard y Nueva Izquierda: una ruta de desencuentros.
Las relaciones del jefe de Gobierno con otras corrientes del PRD tampoco han sido tersas. No hay miembros de NI en el GDF. Dice Zambrano que están en un “impasse constructivo”
ALEJANDRA MARTÍNEZ
Diferencias públicas y privadas, falta de acuerdos, compromisos que se cumplen a medias, permanente lucha por el control de la ciudad y del partido y media docena de desencuentros, son parte de la relación que mantiene Marcelo Ebrard con las corrientes del PRD, partido que lo llevó a la Jefatura de Gobierno en julio de 2006.
Nueva Izquierda (NI) es la expresión perredista con la que las diferencias son mayores, pero con Izquierda Democrática Nacional (IDN), Izquierda Social (IS) y Unidad y Renovación (Unyr), las cosas no han sido tampoco del todo tersas para el titular del Ejecutivo local.
Transcurrido más de un año de esas pugnas, Jesús Zambrano, uno de los líderes de NI, reconoce que la relación con el titular del Ejecutivo local no ha sido la mejor que quisieran, pues si bien no es mala tampoco es buena.
Los desencuentros con NI, tanto del ala histórica como del DF, se traducen en 10 momentos críticos o de tensión, sin embargo, desde su punto de vista en este momento se encuentra en un impasse constructivo, donde ha logrado prevalecer el respeto.
Para Javier Santiago, politólogo de la UAM-Iztapalapa, es sano que exista una relación de equilibro entre los órganos de gobierno. “En cuanto a la situación intrapartidaria, las diferencias son normales y más en un partido como el PRD, lo malo sería que no se llegara a acuerdos y en el caso de la relación Ebrard-NI las cosas han avanzado, no se ha llegado a la ruptura”.
Amor y desamor
El primer desencuentro entre el jefe de Gobierno y la corriente perredista que hoy por hoy es considerada como la más fuerte tanto a nivel nacional como en el DF, fue justamente la postulación de Jesús Ortega, uno de los dirigentes históricos de esa expresión conocida como Los Chuchos, como precandidato a la Jefatura de Gobierno, por un lado y la de Ebrard, por el otro.
Luego vino la creación del Tucom (Todos Unidos contra Marcelo), el apoyo de Andrés Manuel López Obrador al ex jefe de la policía y la alineación de corrientes como IDN, IS y Foro Nuevo Sol a favor del hoy jefe de Gobierno.
A pesar de que se esperaba que Ebrard arrollara en la elección interna, Ortega logró 42% de la votación contra 58% de Ebrard. Con ese resultado se fueron a la campaña.
Ya como jefe de Gobierno electo, Ebrard intentó “de manera abierta y hasta ofensiva” intervenir en la decisión de quiénes serían los coordinadores en la Cámara de Diputados y el Senado de República, recuerda hoy Jesús Zambrano.
Las propuestas no pasaron
A partir de entonces se conformaron dos grandes bloques dentro del PRD, de un lado Ebrard y una coalición formada con las corrientes que lo apoyaron y que hoy ocupan diferentes espacios en el gobierno, ya sea en secretarías como en direcciones y la estructura, del otro lado Nueva Izquierda con su mayoría en la Asamblea Legislativa, Cámara de Diputados, Senado y con tres de las 16 delegaciones políticas.
Más tarde, un tercer desencuentro fue la negociación para elegir la coordinación de la ALDF: el candidato natural era Víctor Hugo Círigo por ser la figura más fuerte de NI, quien tenía el respaldo de 21 diputados. El jefe de Gobierno intentó colocar a Agustín Guerrero, pero nuevamente no lo consiguió.
El 17 de septiembre, en la toma de protesta de Ebrard como jefe de Gobierno, Círigo dijo que la ALDF no sería un contrapeso al gobierno capitalino y que los diputados del PRD no levantarían la mano en automático a las propuestas del jefe de Gobierno. Las declaraciones no fueron bien vistas por Ebrard.
Después vino uno de los momentos más tensos de la relación, cuando Ebrard propuso a Zambrano ser titular de una de las secretarías que todavía no existían, la de Trabajo.
La declinación de Zambrano a asumir el cargo, anunciada el mismo 5 de diciembre, empañó la toma de protesta del ex priísta.
Jesús Zambrano fue el único integrante de NI que formó parte del equipo de transición; el resto eran integrantes de otras corrientes y del equipo cercano de Ebrard.
Todavía hoy ningún miembro de Nueva Izquierda se ha incorporado al gobierno capitalino, pero Zambrano dice que la posibilidad de tener acuerdos con el jefe de Gobierno está abierta, al igual que la posibilidad de que se incorporen cuadros de esa expresión.
Sin embargo, las diferencias entre Ebrard y NI siguieron. En diciembre fue el presupuesto y los ajustes que se hicieron a la propuesta que hizo el jefe de Gobierno, la integración del Tribunal Electoral, y el retraso para crear y modificar la propuesta de nuevas secretarías que envió el gobierno.
“Los pretendidos cabildeos del equipo del jefe de Gobierno eran similares a las viejas prácticas del PRI, es decir, se vio a los diputados como simples receptores del gobierno, se pensó de la ALDF que era una oficialía de partes de lo que ya estaba decidido en el gobierno”, recordó Zambrano.
Desde su punto de vista “no se entendió la correlación de fuerzas de la Asamblea, ni la necesidad de tener oficio político para tratar los asuntos relevantes del gobierno, tampoco se entendió que si hemos luchado por años por el equilibrio de poderes, no se haría todo lo que el jefe del Ejecutivo diga”.
No obstante, Zambrano asegura que Nueva Izquierda tiene espíritu constructivo y desea una relación de respeto y colaboración con el jefe de Gobierno, siempre y cuando reciba la misma atención. “Ojalá si se hacen modificaciones a las propuestas del jefe de Gobierno éstas no se reciban como una agresión y que se puedan platicar”.
Aunque reconoce que no hay total afinidad ideológica con el jefe de Gobierno, por la formación que tiene y la de los cuadros de NI, no cierra la puerta a la posibilidad de un acuerdo político entre ambos actores.
No para la integración de delegados al Congreso o a la renovación de las dirigencias perredistas tanto nacional como local, sino a largo plazo.
“Vamos a ver qué pasa, hoy no parece tener las mejores condiciones pero puede darse, no estamos cerrados, veremos qué sucede con este impasse.
“No debemos ignorar que el PAN está trabajando intensamente para modificar la correlación de fuerzas en la elección intermedia de 2009, no quisiera que pensemos que todo va muy bien, sino que tengamos presente que nadie tiene escriturados los votos de la gente, sino que esos se tienen que ir cultivando todos los días”
Las relaciones del jefe de Gobierno con otras corrientes del PRD tampoco han sido tersas. No hay miembros de NI en el GDF. Dice Zambrano que están en un “impasse constructivo”
ALEJANDRA MARTÍNEZ
Diferencias públicas y privadas, falta de acuerdos, compromisos que se cumplen a medias, permanente lucha por el control de la ciudad y del partido y media docena de desencuentros, son parte de la relación que mantiene Marcelo Ebrard con las corrientes del PRD, partido que lo llevó a la Jefatura de Gobierno en julio de 2006.
Nueva Izquierda (NI) es la expresión perredista con la que las diferencias son mayores, pero con Izquierda Democrática Nacional (IDN), Izquierda Social (IS) y Unidad y Renovación (Unyr), las cosas no han sido tampoco del todo tersas para el titular del Ejecutivo local.
Transcurrido más de un año de esas pugnas, Jesús Zambrano, uno de los líderes de NI, reconoce que la relación con el titular del Ejecutivo local no ha sido la mejor que quisieran, pues si bien no es mala tampoco es buena.
Los desencuentros con NI, tanto del ala histórica como del DF, se traducen en 10 momentos críticos o de tensión, sin embargo, desde su punto de vista en este momento se encuentra en un impasse constructivo, donde ha logrado prevalecer el respeto.
Para Javier Santiago, politólogo de la UAM-Iztapalapa, es sano que exista una relación de equilibro entre los órganos de gobierno. “En cuanto a la situación intrapartidaria, las diferencias son normales y más en un partido como el PRD, lo malo sería que no se llegara a acuerdos y en el caso de la relación Ebrard-NI las cosas han avanzado, no se ha llegado a la ruptura”.
Amor y desamor
El primer desencuentro entre el jefe de Gobierno y la corriente perredista que hoy por hoy es considerada como la más fuerte tanto a nivel nacional como en el DF, fue justamente la postulación de Jesús Ortega, uno de los dirigentes históricos de esa expresión conocida como Los Chuchos, como precandidato a la Jefatura de Gobierno, por un lado y la de Ebrard, por el otro.
Luego vino la creación del Tucom (Todos Unidos contra Marcelo), el apoyo de Andrés Manuel López Obrador al ex jefe de la policía y la alineación de corrientes como IDN, IS y Foro Nuevo Sol a favor del hoy jefe de Gobierno.
A pesar de que se esperaba que Ebrard arrollara en la elección interna, Ortega logró 42% de la votación contra 58% de Ebrard. Con ese resultado se fueron a la campaña.
Ya como jefe de Gobierno electo, Ebrard intentó “de manera abierta y hasta ofensiva” intervenir en la decisión de quiénes serían los coordinadores en la Cámara de Diputados y el Senado de República, recuerda hoy Jesús Zambrano.
Las propuestas no pasaron
A partir de entonces se conformaron dos grandes bloques dentro del PRD, de un lado Ebrard y una coalición formada con las corrientes que lo apoyaron y que hoy ocupan diferentes espacios en el gobierno, ya sea en secretarías como en direcciones y la estructura, del otro lado Nueva Izquierda con su mayoría en la Asamblea Legislativa, Cámara de Diputados, Senado y con tres de las 16 delegaciones políticas.
Más tarde, un tercer desencuentro fue la negociación para elegir la coordinación de la ALDF: el candidato natural era Víctor Hugo Círigo por ser la figura más fuerte de NI, quien tenía el respaldo de 21 diputados. El jefe de Gobierno intentó colocar a Agustín Guerrero, pero nuevamente no lo consiguió.
El 17 de septiembre, en la toma de protesta de Ebrard como jefe de Gobierno, Círigo dijo que la ALDF no sería un contrapeso al gobierno capitalino y que los diputados del PRD no levantarían la mano en automático a las propuestas del jefe de Gobierno. Las declaraciones no fueron bien vistas por Ebrard.
Después vino uno de los momentos más tensos de la relación, cuando Ebrard propuso a Zambrano ser titular de una de las secretarías que todavía no existían, la de Trabajo.
La declinación de Zambrano a asumir el cargo, anunciada el mismo 5 de diciembre, empañó la toma de protesta del ex priísta.
Jesús Zambrano fue el único integrante de NI que formó parte del equipo de transición; el resto eran integrantes de otras corrientes y del equipo cercano de Ebrard.
Todavía hoy ningún miembro de Nueva Izquierda se ha incorporado al gobierno capitalino, pero Zambrano dice que la posibilidad de tener acuerdos con el jefe de Gobierno está abierta, al igual que la posibilidad de que se incorporen cuadros de esa expresión.
Sin embargo, las diferencias entre Ebrard y NI siguieron. En diciembre fue el presupuesto y los ajustes que se hicieron a la propuesta que hizo el jefe de Gobierno, la integración del Tribunal Electoral, y el retraso para crear y modificar la propuesta de nuevas secretarías que envió el gobierno.
“Los pretendidos cabildeos del equipo del jefe de Gobierno eran similares a las viejas prácticas del PRI, es decir, se vio a los diputados como simples receptores del gobierno, se pensó de la ALDF que era una oficialía de partes de lo que ya estaba decidido en el gobierno”, recordó Zambrano.
Desde su punto de vista “no se entendió la correlación de fuerzas de la Asamblea, ni la necesidad de tener oficio político para tratar los asuntos relevantes del gobierno, tampoco se entendió que si hemos luchado por años por el equilibrio de poderes, no se haría todo lo que el jefe del Ejecutivo diga”.
No obstante, Zambrano asegura que Nueva Izquierda tiene espíritu constructivo y desea una relación de respeto y colaboración con el jefe de Gobierno, siempre y cuando reciba la misma atención. “Ojalá si se hacen modificaciones a las propuestas del jefe de Gobierno éstas no se reciban como una agresión y que se puedan platicar”.
Aunque reconoce que no hay total afinidad ideológica con el jefe de Gobierno, por la formación que tiene y la de los cuadros de NI, no cierra la puerta a la posibilidad de un acuerdo político entre ambos actores.
No para la integración de delegados al Congreso o a la renovación de las dirigencias perredistas tanto nacional como local, sino a largo plazo.
“Vamos a ver qué pasa, hoy no parece tener las mejores condiciones pero puede darse, no estamos cerrados, veremos qué sucede con este impasse.
“No debemos ignorar que el PAN está trabajando intensamente para modificar la correlación de fuerzas en la elección intermedia de 2009, no quisiera que pensemos que todo va muy bien, sino que tengamos presente que nadie tiene escriturados los votos de la gente, sino que esos se tienen que ir cultivando todos los días”
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