La Traición
José Gil Olmos
La de 2006, elección de Estado: Madrazo (Proceso 1593 / 13 de mayo de 2007)
El excandidato presidencial del PRI, Roberto Madrazo, rompe por fin su silencio para asegurar que, a raíz del asesinato de Luis Donaldo Colosio, Ernesto Zedillo llegó a la Presidencia de la República “después de un acuerdo con el PAN” que derivó en una falsa alternancia para el año 2000 y en una elección de Estado para el 2006. En esta “peculiar ‘transición’ a la democracia, forzada y forjada desde la manipulación presidencial”, los máximos “traidores” fueron justamente Ernesto Zedillo y Elba Esther Gordillo, denuncia el tabasqueño en un libro que, titulado La Traición, será publicado en breve…
Roberto Madrazo no tiene reparos en acusar a Ernesto Zedillo de traición, al igual que a Elba Esther Gordillo, para montar “una alternancia de tramoya en el año 2000” y una elección de Estado en el 2006, luego de que la propia presidencia de Zedillo, tras el asesinato de Colosio, fue “negociada con el PAN”.
Dice que justamente porque Zedillo y Elba Esther pactaron con el PAN la derrota del PRI en las últimas dos elecciones presidenciales, su campaña electoral del año pasado tuvo todo en contra, incluso a gente de su propio equipo. Y además acusa a Eduardo Bours de haberse prestado al juego de Vicente Fox y de Elba Esther, quienes pretendían lanzar al actual gobernador de Sonora como “tercer candidato” a la postulación del PRI, en una estrategia de aniquilamiento del partido.
El excandidato presidencial priista rompe así el silencio al que se sometió después de la derrota del 2 de julio del 2006. Lo hace en una larga entrevista que concedió a su exasesor Manuel S. Garrido –de origen chileno–, que se publica como libro bajo el titulo de La Traición, al que Proceso tuvo acceso por adelantado en exclusiva.
Salvo el papel del Instituto Federal Electoral (IFE) en la más reciente contienda por la Presidencia de la República, el tabasqueño aborda todos los temas e inclusive acepta que durante la campaña habló con Carlos Salinas de Gortari, aunque rechaza que el expresidente haya sido su asesor principal. “Es un mito”, ataja.
Hasta ahora Roberto Madrazo se había negado a hablar sobre la derrota más estrepitosa del PRI en una elección federal. Pero en el libro expresa que accedió a la petición del profesor Garrido –quien colaboró con Marta Sahagún hasta marzo del 2003, cuando fue despedido como director del Instituto de la Fundación Vamos México– porque debía una explicación a quienes votaron a su favor.
De entrada, se refiere a su padre Carlos A. Madrazo y afirma que su muerte fue un “crimen de Estado”, aunque reconoce que no tiene pruebas para demostrarlo. “¡Cómo podíamos tenerlas! En un sistema político tan cerrado no pasaba ni el aire. Tenemos indicios”, acota, e insiste en que la “caja negra” del avión en que perdió la vida su progenitor nunca fue localizada.
Luego de referirse a la muerte de su padre también como una traición, relata sus primeros pasos en la política para de inmediato pasar al tema de Ernesto Zedillo, a quien califica de traidor por haber pactado en 1994 con el PAN su propia presidencia para luego, en el 2000, entregársela a Vicente Fox.
La animosidad de Madrazo contra Zedillo es evidente, y prácticamente lo acusa de todos los males que ahora aquejan al país. Recuerda que el primer problema que tuvo con Zedillo –actual miembro del consejo de administración de la empresa ferrocarrilera estadunidense Union Pacific– se produjo en relación con su candidatura al gobierno de Tabasco, ya que el presidente quería negociarla con el PRD.
El segundo fue su triunfo como gobernador, pues asegura que Zedillo fue quien le dio a Andrés Manuel López Obrador las famosas “cajas” con las facturas del supuesto gasto de 60 millones de dólares en su campaña.
Posteriormente, el presidente Zedillo presionó para que Madrazo dejara la gubernatura, la cual, desde 1994, había sido puesta en la mesa de negociaciones con el subcomandante Marcos por Beatriz Paredes y Esteban Moctezuma, durante una reunión realizada en la selva Lacandona.
Más tarde, en 1999, según Madrazo, fue nuevamente objeto de presión cuando Zedillo apoyó la candidatura presidencial de Francisco Labastida y bloqueó la suya.
“Como presidente de la República (…) siempre contó con mi más alta consideración. Sin embargo, visto con serenidad y con la perspectiva que te dan los años, me queda claro que tras la gestión política de Ernesto Zedillo se ocultó una alternancia de tramoya en el año 2000. Una alternancia nacida en el despacho del presidente y montada sobre sus demonios antipriistas y tecnocráticos”, acusa el excandidato presidencial del PRI.
Agrega: “Desde mi punto de vista, de aquí derivan las inconsistencias de fondo que muestra hoy nuestra peculiar ‘transición’ a la democracia: forzada y forjada desde la manipulación presidencial, ajena por completo al proceso social que es toda transición auténtica. Ahí están los casos de España y Chile. Para mí, ése es el pecado original de la ‘democracia’ mexicana en los últimos años.”
Pero, continúa, “es explicable; no debe sorprender o no debería sorprender, tratándose de un presidente que alcanza la primera magistratura con un perfil totalmente ajeno a la cultura política del partido y a la política misma, ya no digamos a la historia y la cultura del país, siendo, como es, un hombre sin arraigo nacional. Sólo así se explica que haya sido capaz de manipular a tal grado los procesos para heredarle la Presidencia a Vicente Fox, un personaje que será recordado por su incompetencia absoluta en la conducción de la nación como presidente de la República.
“Desde una visión de Estado, debo decirte, sin embargo, que siendo muy importante para mí la traición de Ernesto Zedillo a Francisco Labastida en el 2000, es todavía más importante para la nación que haya sido capaz de hacerlo para entregarle la Presidencia de la República a un hombre sin las facultades para asumirla. Y Ernesto Zedillo lo sabía. Esa es la cuestión de fondo.”
Madrazo le imputa así mismo haberle creado una “leyenda negra”.
Dice al respecto, hablando a veces de sí mismo en tercera persona: “En las elecciones de 1997, en pleno gobierno de Ernesto Zedillo, como siguiendo un plan perfectamente trazado, el PRI perdió, por primera vez en su historia, la mayoría en la Cámara de Diputados. Fue un duro golpe, previo a la caída del 2000, cuando perdió la Presidencia de la República. El de 1997 fue un año fatal para el PRI. Aunque Tabasco fue al revés; ahí ganó el PRI todo en las elecciones federales y locales, y eso marcó una clara diferencia con el resto del país. Este hecho detonó muchísimas llamadas del priismo nacional, que pedía que Roberto Madrazo buscara la candidatura del PRI a la Presidencia de la República en el 2000. ¿Qué te quiero decir con esto? Que los priistas ya percibían que Ernesto Zedillo pretendía entregar el poder en el 2000, a la vez que veían en Madrazo una alternativa para frenarlo. No veo otra cosa en la animadversión del presidente Zedillo contra Madrazo. Entonces yo creo que él desató el linchamiento contra el gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, en preparación de la mortaja para mi muerte política. Y resultó que Madrazo se le salió del ataúd para competir por la candidatura del PRI a la Presidencia en el 2000. Pienso que, efectivamente, el priismo veía en Madrazo una alternativa real para remontar la descabellada política de Ernesto Zedillo contra el partido. Y lo curioso es que el presidente vio lo mismo. De ahí surgió todo. Ahí nació la ‘leyenda negra’ contra Roberto Madrazo.”
El excandidato a la Presidencia pareciera no querer dejar ninguna duda sobre Ernesto Zedillo, actual consejero de la ONU y director del Centro para el Estudio de la Globalización de la Universidad de Yale.
Asegura que más tarde, cuando se da la contienda interna del PRI rumbo a las elecciones presidenciales del 2000, Zedillo ofrece todo el apoyo a Labastida con la idea de entregar la Presidencia de la República al PAN. Y puntualiza que, al perder ante Labastida la postulación, Zedillo le propone dirigir el PRI, pero con la idea de que ya no regresara como gobernador a Tabasco –cargo en el que había pedido licencia en 1999 para buscar la candidatura presidencial–, pues desde esa posición podría fortalecerse.
“No era una generosidad. Era una trampa. Él no quería que yo regresara como gobernador a Tabasco. Eso por un lado. Por otro, lo más importante es que Labastida iba a ser ‘entregado’ junto con el PRI en la elección del 2000. Estaba cantado y la militancia lo percibía. No iba a ganar Pancho. Hacia 1999 ya teníamos cinco años de experiencias con Zedillo y sabíamos muy bien cómo se las había gastado con el partido. En ese mismo tiempo hizo y deshizo con el partido. Hubo hasta siete presidentes nacionales. Nunca visto en la historia del PRI.”
Y es que, sostiene Madrazo, desde 1994 Zedillo pactó su arribo a la Presidencia de la República con el PAN y, en el 2000, la “transición”.
“Para mí estaba claro: Zedillo había llegado a la Presidencia de la República después de un acuerdo con el PAN, donde se negoció la alternancia del 2000. Hay que recordar que el asesinato de Colosio era una losa para el PRI. Y sólo una negociación logró que el PAN prácticamente abandonara la contienda para que la ganara Zedillo en 1994. Es cuestión de revisar los medios entonces.
“Para qué iba a querer el presidente, ya en 1999, a Madrazo en la presidencia nacional del PRI? Es de una lógica elemental. Para matar dos pájaros de un tiro. Le entrega la Presidencia de México al PAN y de paso, ante tal derrota, enfrenta a Roberto Madrazo con un priismo traicionado y derrotado en las urnas. De un solo golpe, Zedillo hundiría al PRI y sepultaría a Madrazo en el 2000. ¡Se acabó!”
De acuerdo con el también exdiputado y exsenador, desde 1997 el PRI ya estaba muerto, y no sólo por haber perdido la mayoría en el Congreso de la Unión, sino porque para entonces el modelo neoliberal demostraba su fracaso y, en consecuencia, la gente votaba contra del PRI.
“Tres años después, en el 2000, perdimos tanto por sostener el modelo neoliberal como por los compromisos secretos de Zedillo en la elección. Se lo he comentado a Labastida personalmente: ‘Zedillo traicionó al PRI, y también a ti como candidato’. Todo eso está escrito entre líneas en un artículo que publicó en 2003 Liébano Sáenz, el exsecretario particular de Zedillo, en el diario español El País. No estoy inventando nada. El propio Liébano confiesa en ese artículo que tres horas antes de que terminara el proceso electoral, por instrucciones del presidente Zedillo, le habló por teléfono a Marta Sahagún para informarle el sentido de las tendencias. ¡Por favor! ¿Cuándo se ha visto que un contendiente obsequie a su adversario la seguridad de ganar? Es tan absurdo y perverso el asunto que el propio Liébano ha vivido todos estos años prácticamente acorralado –dicho por él mismo a sus amigos–, debido al triste papel que tuvo que jugar en las elecciones del 2000 a instancias de su jefe, el presidente de la República”.
El exgobernador tabasqueño indica que, luego de la derrota del 2000, siguieron los problemas con Zedillo, quien quería imponer a un presidente del PRI. Hubo dos reuniones, las dos muy desagradables, comenta.
“La primera fue en Los Pinos, donde Zedillo dijo: ‘Bueno, ni modo, no ganamos. Ahora hay que ver lo que hacemos para seguir adelante’. Y dirigiéndose a Miguel Alemán, le dijo: ‘Miguel, ¿quieres iniciar con tus comentarios?’. Miguel comenzó con una sarta de alabanzas. Sin embargo, poco a poco, la reunión fue tomando un nivel tan crítico que Patricio Martínez, el gobernador de Chihuahua, le dijo al presidente Zedillo: ‘Te voy a hablar como compañero de partido, de tú a tú. ¿Me lo permites?’. ‘¡No, no te lo permito! Al presidente se le habla de usted, aunque seas gobernador’. Y no lo permitió. ‘Pues entonces, mire usted, señor presidente, como gobernador le voy a decir que esto es una chingadera’. Fue un enfrentamiento brutal de Patricio con el presidente, y luego varios de nosotros hablamos muy fuerte en esa reunión, porque ya quería Ernesto Zedillo nombrar ahí mismo al presidente del Comité Nacional del partido.”
La traición de Elba Esther
Elba Esther Gordillo fue la otra traidora que entregó el poder al PAN, subraya Madrazo.
“Elba Esther tenía esto fraguado desde hacía tiempo. Ella trabajó para Acción Nacional durante mucho tiempo. No fue un asunto coyuntural, aunque así se presentó en los medios, como un rompimiento con Roberto Madrazo. Pero no, Elba venía desde hacía un tiempo en esa línea, y su tirada era apoderarse del partido para subordinarlo a Vicente Fox y al PAN en la mira de 2006. ¿Por qué? Por sus intereses, por su fortuna personal ‘inexplicable’, y por la situación tan vulnerable en que se encontraba al frente del SNTE.”
Madrazo dice que no habla sin fundamentos, que tiene pruebas.
“Un dato concreto. Ya en la elección presidencial del 2000, cuando el candidato era Francisco Labastida, Elba Esther trabajó soterradamente por Vicente Fox. En ese entonces ella llegó a considerar, incluso, y así lo decía a sus amigos, que si ganaba Francisco Labastida pasaría a estar en riesgo su seguridad personal, la seguridad de sus intereses y la seguridad del SNTE. Y bueno, desde entonces le entregó todo a Acción Nacional y se dedicó a trabajar en eso. Obviamente, no en defensa de la educación de los mexicanos, que ya vemos el nivel de calidad tan bajo en que se encuentra, sino en defensa propia, y buscó la protección del presidente Fox y de Acción Nacional. Entonces, ¿qué posibilidades de un acuerdo político había entre Madrazo y Elba Esther en 2006, con miras a fortalecer la candidatura del PRI contra la del PAN y el candidato de Fox? Ninguna. Y cuando te digo ninguna no es una apreciación subjetiva, no es un sentir.”
Como ejemplo menciona el hecho de que, a mediados de julio del 2005, siendo secretaria general del PRI, Elba Esther comió con Fox y Martha Sahagún en su rancho, donde les dijo, según Madrazo, que “estaba lista para hacerse cargo de la dirigencia nacional del partido en los primeros días de agosto (…) dispuesta a apoyar a Creel de manera discreta y a promover que el candidato priista a la Presidencia de la República resulte el más débil de todos”.
La intención de Gordillo, insiste Madrazo, era traicionar al partido, dárselo a Fox. “Esos eran los planes de Elba Esther. Y bueno, la militancia del PRI no la dejó. La base del partido sintió, por su experiencia, que se perfilaba la entrega del partido si la señora Gordillo se quedaba al frente de la organización, y no lo permitió. Lo sabía Fox, Marta Sahagún. Todo el mundo sabía lo que iba a pasar con el PRI en manos de Elba… Y no pasó”.
Es decir, no se le dio la dirigencia nacional del PRI a pesar de que por estatutos le correspondía, admite Madrazo.
“El problema es que se cruzó con los intereses particulares que ella misma comprometió con la ‘pareja presidencial’. Elba, en ese trance, había dejado de ser una militante del partido y había pasado a ser una pieza del presidente Fox y de Marta Sahagún para dividir al PRI.”
El autor del libro, Manuel S. Grarrido, le inquiere si no hubiera sido mejor, para alcanzar la victoria, llegar a un acuerdo con Elba Esther. Madrazo rechaza la posibilidad.
“Ni como especulación. Por la sencilla razón de que ella ya no estaba con el PRI. Bueno, estaba y no estaba. Los ‘papeles’ decían que estaba ‘casada’ con el PRI. Pero de hecho, dormía con el enemigo. Y se confirmó. Hizo todo para que el PRI perdiera la elección. Los propios medios lo registraron así: Ganó Elba, perdió el PRI.”
El hombre que fue presidente del CEN del PRI entre marzo de 2002 y agosto de 2005 –cuando renunció para buscar la candidatura presidencial– reconoce que subestimó el “poder destructivo” del SNTE en manos de Elba Esther, y precisa que parte del plan secreto de la maestra en caso de adueñarse del PRI era meter a un “tercer candidato” para desplazar como aspirantes a la Presidencia al propio Madrazo y a Arturo Montiel. El “caballo negro” era el actual gobernador de Sonora, Eduardo Bours.
El candidato a modo
Roberto Madrazo asegura que Jorge Castañeda fue quien reveló a Olga Wornat el plan de la maestra Gordillo y Fox de impulsar a Eduardo Bours como “tercera opción” en el PRI, una vez que estuvieran eliminados el propio tabasqueño y Arturo Montiel.
“Era un plan ya en marcha, puesto que Fox había encargado al presidente del Grupo Pulsar, Alfonso Romo Garza, la promoción del gobernador priista de Sonora. Más aún, el propio Romo Garza, por instrucciones de Fox, hizo un largo recorrido por el país, junto con Dante Delgado, para evaluar al gobernador priista Eduardo Bours como ‘la tercera opción’. Por eso digo que el golpe a Montiel no sólo era un golpe contra Arturo. Tampoco una acción aislada, sino que formaba parte de la estrategia que buscó destruir a Roberto Madrazo y abrir con ello la puerta a un candidato a modo para Fox dentro del PRI.”
Un candidato a modo, explica Madrazo, era “un candidato débil, sin posibilidades de triunfo frente al candidato de Vicente Fox”. A su juicio, esta estrategia lo que dejaba ver era que “Madrazo era fuerte y les iba a ganar la elección. Y por eso las alternativas eran prácticamente de risa loca: Eduardo Bours, Enrique Jackson, que no ganó ni la presidencia del PRI en 2007, Arturo Montiel… y ya ves lo que pasó”.
Roberto Madrazo está convencido de que su derrota se debió a la “deslealtad interna”, a la falta de un equipo más consolidado, a una estrategia mediática dirigida a ubicarlos en tercer lugar, pero sobre todo a que se montó una elección de Estado.
“No era sólo Madrazo (…) era que el PRI no debía regresar a Los Pinos. Fue una estrategia montada con muchísimo dinero, secundada por los medios de comunicación, debido a los favores recibidos de la señora Sahagún en la administración de Fox. Aquí lo lamentable es que los nuestros se hayan ido con la finta mediática cuando tenían sus propias encuestas locales y sabían que estábamos remontando, que no estábamos en tercer lugar, que estábamos en la competencia en sus estados, e incluso arriba en muchos de ellos.”
Madrazo le resta méritos a Vicente Fox como presidente, pues asegura que le faltaron “cojones” para tomar ciertas decisiones a lo largo de su gobierno, como evitar que el desafuero fuera utilizado por Andrés Manuel López Obrador para apuntalar su candidatura presidencial. No fue el caso de Marta Sahagún, quien sí aprendió a manejar la política, pero a quien la ambición la perdió, plantea el tabasqueño.
Recuerda entonces una reunión que tuvieron en Los Pinos en la cual Leonardo Rodríguez Alcaine dijo a Fox y a Marta Sahagún: “Doña Marta, señor presidente, perdónenme los dos una pregunta. Se las hago con todo respeto a la investidura. ¿No le van a faltar güevos? Porque esto va a estar cabrón”. A lo que Fox contestó: “No, no. Ahora sí vamos pa` delante. Esto tendrá que llegar a sus últimas consecuencias”.
El “gran mito” sobre Salinas
Madrazo, amigo íntimo de la familia Salinas, manifiesta que es un “gran mito” que el expresidente Carlos Salinas haya estado detrás de su campaña presidencial.
Asevera que Carlos Salinas hizo “un buen gobierno”, del cual “nos podíamos sentir orgullosos los mexicanos”, pero le falló el último jalón. Acepta haberlo consultado sobre el conflicto de Chiapas, el manejo de la economía y el programa Solidaridad.
“Lo cierto es que lo conozco y que hablo con él, como lo hice cuando la muerte de Enrique, su hermano. También es cierto que tengo una relación de respeto por toda la familia, incluyendo a Raúl, por supuesto, para ser claro. Pero el mito es el mito, funciona a pesar de todo, terco como una mula. De ahí viene el célebre aforismo de Einstein, ese que dice que es más fácil desintegrar el átomo que deshacer un prejuicio.”
Y de eso nuevamente culpa a Zedillo: de haber permitido y promovido “la degradación brutal de la figura del (ex)presidente Salinas en las calles de nuestro país”.
José Gil Olmos
La de 2006, elección de Estado: Madrazo (Proceso 1593 / 13 de mayo de 2007)
El excandidato presidencial del PRI, Roberto Madrazo, rompe por fin su silencio para asegurar que, a raíz del asesinato de Luis Donaldo Colosio, Ernesto Zedillo llegó a la Presidencia de la República “después de un acuerdo con el PAN” que derivó en una falsa alternancia para el año 2000 y en una elección de Estado para el 2006. En esta “peculiar ‘transición’ a la democracia, forzada y forjada desde la manipulación presidencial”, los máximos “traidores” fueron justamente Ernesto Zedillo y Elba Esther Gordillo, denuncia el tabasqueño en un libro que, titulado La Traición, será publicado en breve…
Roberto Madrazo no tiene reparos en acusar a Ernesto Zedillo de traición, al igual que a Elba Esther Gordillo, para montar “una alternancia de tramoya en el año 2000” y una elección de Estado en el 2006, luego de que la propia presidencia de Zedillo, tras el asesinato de Colosio, fue “negociada con el PAN”.
Dice que justamente porque Zedillo y Elba Esther pactaron con el PAN la derrota del PRI en las últimas dos elecciones presidenciales, su campaña electoral del año pasado tuvo todo en contra, incluso a gente de su propio equipo. Y además acusa a Eduardo Bours de haberse prestado al juego de Vicente Fox y de Elba Esther, quienes pretendían lanzar al actual gobernador de Sonora como “tercer candidato” a la postulación del PRI, en una estrategia de aniquilamiento del partido.
El excandidato presidencial priista rompe así el silencio al que se sometió después de la derrota del 2 de julio del 2006. Lo hace en una larga entrevista que concedió a su exasesor Manuel S. Garrido –de origen chileno–, que se publica como libro bajo el titulo de La Traición, al que Proceso tuvo acceso por adelantado en exclusiva.
Salvo el papel del Instituto Federal Electoral (IFE) en la más reciente contienda por la Presidencia de la República, el tabasqueño aborda todos los temas e inclusive acepta que durante la campaña habló con Carlos Salinas de Gortari, aunque rechaza que el expresidente haya sido su asesor principal. “Es un mito”, ataja.
Hasta ahora Roberto Madrazo se había negado a hablar sobre la derrota más estrepitosa del PRI en una elección federal. Pero en el libro expresa que accedió a la petición del profesor Garrido –quien colaboró con Marta Sahagún hasta marzo del 2003, cuando fue despedido como director del Instituto de la Fundación Vamos México– porque debía una explicación a quienes votaron a su favor.
De entrada, se refiere a su padre Carlos A. Madrazo y afirma que su muerte fue un “crimen de Estado”, aunque reconoce que no tiene pruebas para demostrarlo. “¡Cómo podíamos tenerlas! En un sistema político tan cerrado no pasaba ni el aire. Tenemos indicios”, acota, e insiste en que la “caja negra” del avión en que perdió la vida su progenitor nunca fue localizada.
Luego de referirse a la muerte de su padre también como una traición, relata sus primeros pasos en la política para de inmediato pasar al tema de Ernesto Zedillo, a quien califica de traidor por haber pactado en 1994 con el PAN su propia presidencia para luego, en el 2000, entregársela a Vicente Fox.
La animosidad de Madrazo contra Zedillo es evidente, y prácticamente lo acusa de todos los males que ahora aquejan al país. Recuerda que el primer problema que tuvo con Zedillo –actual miembro del consejo de administración de la empresa ferrocarrilera estadunidense Union Pacific– se produjo en relación con su candidatura al gobierno de Tabasco, ya que el presidente quería negociarla con el PRD.
El segundo fue su triunfo como gobernador, pues asegura que Zedillo fue quien le dio a Andrés Manuel López Obrador las famosas “cajas” con las facturas del supuesto gasto de 60 millones de dólares en su campaña.
Posteriormente, el presidente Zedillo presionó para que Madrazo dejara la gubernatura, la cual, desde 1994, había sido puesta en la mesa de negociaciones con el subcomandante Marcos por Beatriz Paredes y Esteban Moctezuma, durante una reunión realizada en la selva Lacandona.
Más tarde, en 1999, según Madrazo, fue nuevamente objeto de presión cuando Zedillo apoyó la candidatura presidencial de Francisco Labastida y bloqueó la suya.
“Como presidente de la República (…) siempre contó con mi más alta consideración. Sin embargo, visto con serenidad y con la perspectiva que te dan los años, me queda claro que tras la gestión política de Ernesto Zedillo se ocultó una alternancia de tramoya en el año 2000. Una alternancia nacida en el despacho del presidente y montada sobre sus demonios antipriistas y tecnocráticos”, acusa el excandidato presidencial del PRI.
Agrega: “Desde mi punto de vista, de aquí derivan las inconsistencias de fondo que muestra hoy nuestra peculiar ‘transición’ a la democracia: forzada y forjada desde la manipulación presidencial, ajena por completo al proceso social que es toda transición auténtica. Ahí están los casos de España y Chile. Para mí, ése es el pecado original de la ‘democracia’ mexicana en los últimos años.”
Pero, continúa, “es explicable; no debe sorprender o no debería sorprender, tratándose de un presidente que alcanza la primera magistratura con un perfil totalmente ajeno a la cultura política del partido y a la política misma, ya no digamos a la historia y la cultura del país, siendo, como es, un hombre sin arraigo nacional. Sólo así se explica que haya sido capaz de manipular a tal grado los procesos para heredarle la Presidencia a Vicente Fox, un personaje que será recordado por su incompetencia absoluta en la conducción de la nación como presidente de la República.
“Desde una visión de Estado, debo decirte, sin embargo, que siendo muy importante para mí la traición de Ernesto Zedillo a Francisco Labastida en el 2000, es todavía más importante para la nación que haya sido capaz de hacerlo para entregarle la Presidencia de la República a un hombre sin las facultades para asumirla. Y Ernesto Zedillo lo sabía. Esa es la cuestión de fondo.”
Madrazo le imputa así mismo haberle creado una “leyenda negra”.
Dice al respecto, hablando a veces de sí mismo en tercera persona: “En las elecciones de 1997, en pleno gobierno de Ernesto Zedillo, como siguiendo un plan perfectamente trazado, el PRI perdió, por primera vez en su historia, la mayoría en la Cámara de Diputados. Fue un duro golpe, previo a la caída del 2000, cuando perdió la Presidencia de la República. El de 1997 fue un año fatal para el PRI. Aunque Tabasco fue al revés; ahí ganó el PRI todo en las elecciones federales y locales, y eso marcó una clara diferencia con el resto del país. Este hecho detonó muchísimas llamadas del priismo nacional, que pedía que Roberto Madrazo buscara la candidatura del PRI a la Presidencia de la República en el 2000. ¿Qué te quiero decir con esto? Que los priistas ya percibían que Ernesto Zedillo pretendía entregar el poder en el 2000, a la vez que veían en Madrazo una alternativa para frenarlo. No veo otra cosa en la animadversión del presidente Zedillo contra Madrazo. Entonces yo creo que él desató el linchamiento contra el gobernador de Tabasco, Roberto Madrazo, en preparación de la mortaja para mi muerte política. Y resultó que Madrazo se le salió del ataúd para competir por la candidatura del PRI a la Presidencia en el 2000. Pienso que, efectivamente, el priismo veía en Madrazo una alternativa real para remontar la descabellada política de Ernesto Zedillo contra el partido. Y lo curioso es que el presidente vio lo mismo. De ahí surgió todo. Ahí nació la ‘leyenda negra’ contra Roberto Madrazo.”
El excandidato a la Presidencia pareciera no querer dejar ninguna duda sobre Ernesto Zedillo, actual consejero de la ONU y director del Centro para el Estudio de la Globalización de la Universidad de Yale.
Asegura que más tarde, cuando se da la contienda interna del PRI rumbo a las elecciones presidenciales del 2000, Zedillo ofrece todo el apoyo a Labastida con la idea de entregar la Presidencia de la República al PAN. Y puntualiza que, al perder ante Labastida la postulación, Zedillo le propone dirigir el PRI, pero con la idea de que ya no regresara como gobernador a Tabasco –cargo en el que había pedido licencia en 1999 para buscar la candidatura presidencial–, pues desde esa posición podría fortalecerse.
“No era una generosidad. Era una trampa. Él no quería que yo regresara como gobernador a Tabasco. Eso por un lado. Por otro, lo más importante es que Labastida iba a ser ‘entregado’ junto con el PRI en la elección del 2000. Estaba cantado y la militancia lo percibía. No iba a ganar Pancho. Hacia 1999 ya teníamos cinco años de experiencias con Zedillo y sabíamos muy bien cómo se las había gastado con el partido. En ese mismo tiempo hizo y deshizo con el partido. Hubo hasta siete presidentes nacionales. Nunca visto en la historia del PRI.”
Y es que, sostiene Madrazo, desde 1994 Zedillo pactó su arribo a la Presidencia de la República con el PAN y, en el 2000, la “transición”.
“Para mí estaba claro: Zedillo había llegado a la Presidencia de la República después de un acuerdo con el PAN, donde se negoció la alternancia del 2000. Hay que recordar que el asesinato de Colosio era una losa para el PRI. Y sólo una negociación logró que el PAN prácticamente abandonara la contienda para que la ganara Zedillo en 1994. Es cuestión de revisar los medios entonces.
“Para qué iba a querer el presidente, ya en 1999, a Madrazo en la presidencia nacional del PRI? Es de una lógica elemental. Para matar dos pájaros de un tiro. Le entrega la Presidencia de México al PAN y de paso, ante tal derrota, enfrenta a Roberto Madrazo con un priismo traicionado y derrotado en las urnas. De un solo golpe, Zedillo hundiría al PRI y sepultaría a Madrazo en el 2000. ¡Se acabó!”
De acuerdo con el también exdiputado y exsenador, desde 1997 el PRI ya estaba muerto, y no sólo por haber perdido la mayoría en el Congreso de la Unión, sino porque para entonces el modelo neoliberal demostraba su fracaso y, en consecuencia, la gente votaba contra del PRI.
“Tres años después, en el 2000, perdimos tanto por sostener el modelo neoliberal como por los compromisos secretos de Zedillo en la elección. Se lo he comentado a Labastida personalmente: ‘Zedillo traicionó al PRI, y también a ti como candidato’. Todo eso está escrito entre líneas en un artículo que publicó en 2003 Liébano Sáenz, el exsecretario particular de Zedillo, en el diario español El País. No estoy inventando nada. El propio Liébano confiesa en ese artículo que tres horas antes de que terminara el proceso electoral, por instrucciones del presidente Zedillo, le habló por teléfono a Marta Sahagún para informarle el sentido de las tendencias. ¡Por favor! ¿Cuándo se ha visto que un contendiente obsequie a su adversario la seguridad de ganar? Es tan absurdo y perverso el asunto que el propio Liébano ha vivido todos estos años prácticamente acorralado –dicho por él mismo a sus amigos–, debido al triste papel que tuvo que jugar en las elecciones del 2000 a instancias de su jefe, el presidente de la República”.
El exgobernador tabasqueño indica que, luego de la derrota del 2000, siguieron los problemas con Zedillo, quien quería imponer a un presidente del PRI. Hubo dos reuniones, las dos muy desagradables, comenta.
“La primera fue en Los Pinos, donde Zedillo dijo: ‘Bueno, ni modo, no ganamos. Ahora hay que ver lo que hacemos para seguir adelante’. Y dirigiéndose a Miguel Alemán, le dijo: ‘Miguel, ¿quieres iniciar con tus comentarios?’. Miguel comenzó con una sarta de alabanzas. Sin embargo, poco a poco, la reunión fue tomando un nivel tan crítico que Patricio Martínez, el gobernador de Chihuahua, le dijo al presidente Zedillo: ‘Te voy a hablar como compañero de partido, de tú a tú. ¿Me lo permites?’. ‘¡No, no te lo permito! Al presidente se le habla de usted, aunque seas gobernador’. Y no lo permitió. ‘Pues entonces, mire usted, señor presidente, como gobernador le voy a decir que esto es una chingadera’. Fue un enfrentamiento brutal de Patricio con el presidente, y luego varios de nosotros hablamos muy fuerte en esa reunión, porque ya quería Ernesto Zedillo nombrar ahí mismo al presidente del Comité Nacional del partido.”
La traición de Elba Esther
Elba Esther Gordillo fue la otra traidora que entregó el poder al PAN, subraya Madrazo.
“Elba Esther tenía esto fraguado desde hacía tiempo. Ella trabajó para Acción Nacional durante mucho tiempo. No fue un asunto coyuntural, aunque así se presentó en los medios, como un rompimiento con Roberto Madrazo. Pero no, Elba venía desde hacía un tiempo en esa línea, y su tirada era apoderarse del partido para subordinarlo a Vicente Fox y al PAN en la mira de 2006. ¿Por qué? Por sus intereses, por su fortuna personal ‘inexplicable’, y por la situación tan vulnerable en que se encontraba al frente del SNTE.”
Madrazo dice que no habla sin fundamentos, que tiene pruebas.
“Un dato concreto. Ya en la elección presidencial del 2000, cuando el candidato era Francisco Labastida, Elba Esther trabajó soterradamente por Vicente Fox. En ese entonces ella llegó a considerar, incluso, y así lo decía a sus amigos, que si ganaba Francisco Labastida pasaría a estar en riesgo su seguridad personal, la seguridad de sus intereses y la seguridad del SNTE. Y bueno, desde entonces le entregó todo a Acción Nacional y se dedicó a trabajar en eso. Obviamente, no en defensa de la educación de los mexicanos, que ya vemos el nivel de calidad tan bajo en que se encuentra, sino en defensa propia, y buscó la protección del presidente Fox y de Acción Nacional. Entonces, ¿qué posibilidades de un acuerdo político había entre Madrazo y Elba Esther en 2006, con miras a fortalecer la candidatura del PRI contra la del PAN y el candidato de Fox? Ninguna. Y cuando te digo ninguna no es una apreciación subjetiva, no es un sentir.”
Como ejemplo menciona el hecho de que, a mediados de julio del 2005, siendo secretaria general del PRI, Elba Esther comió con Fox y Martha Sahagún en su rancho, donde les dijo, según Madrazo, que “estaba lista para hacerse cargo de la dirigencia nacional del partido en los primeros días de agosto (…) dispuesta a apoyar a Creel de manera discreta y a promover que el candidato priista a la Presidencia de la República resulte el más débil de todos”.
La intención de Gordillo, insiste Madrazo, era traicionar al partido, dárselo a Fox. “Esos eran los planes de Elba Esther. Y bueno, la militancia del PRI no la dejó. La base del partido sintió, por su experiencia, que se perfilaba la entrega del partido si la señora Gordillo se quedaba al frente de la organización, y no lo permitió. Lo sabía Fox, Marta Sahagún. Todo el mundo sabía lo que iba a pasar con el PRI en manos de Elba… Y no pasó”.
Es decir, no se le dio la dirigencia nacional del PRI a pesar de que por estatutos le correspondía, admite Madrazo.
“El problema es que se cruzó con los intereses particulares que ella misma comprometió con la ‘pareja presidencial’. Elba, en ese trance, había dejado de ser una militante del partido y había pasado a ser una pieza del presidente Fox y de Marta Sahagún para dividir al PRI.”
El autor del libro, Manuel S. Grarrido, le inquiere si no hubiera sido mejor, para alcanzar la victoria, llegar a un acuerdo con Elba Esther. Madrazo rechaza la posibilidad.
“Ni como especulación. Por la sencilla razón de que ella ya no estaba con el PRI. Bueno, estaba y no estaba. Los ‘papeles’ decían que estaba ‘casada’ con el PRI. Pero de hecho, dormía con el enemigo. Y se confirmó. Hizo todo para que el PRI perdiera la elección. Los propios medios lo registraron así: Ganó Elba, perdió el PRI.”
El hombre que fue presidente del CEN del PRI entre marzo de 2002 y agosto de 2005 –cuando renunció para buscar la candidatura presidencial– reconoce que subestimó el “poder destructivo” del SNTE en manos de Elba Esther, y precisa que parte del plan secreto de la maestra en caso de adueñarse del PRI era meter a un “tercer candidato” para desplazar como aspirantes a la Presidencia al propio Madrazo y a Arturo Montiel. El “caballo negro” era el actual gobernador de Sonora, Eduardo Bours.
El candidato a modo
Roberto Madrazo asegura que Jorge Castañeda fue quien reveló a Olga Wornat el plan de la maestra Gordillo y Fox de impulsar a Eduardo Bours como “tercera opción” en el PRI, una vez que estuvieran eliminados el propio tabasqueño y Arturo Montiel.
“Era un plan ya en marcha, puesto que Fox había encargado al presidente del Grupo Pulsar, Alfonso Romo Garza, la promoción del gobernador priista de Sonora. Más aún, el propio Romo Garza, por instrucciones de Fox, hizo un largo recorrido por el país, junto con Dante Delgado, para evaluar al gobernador priista Eduardo Bours como ‘la tercera opción’. Por eso digo que el golpe a Montiel no sólo era un golpe contra Arturo. Tampoco una acción aislada, sino que formaba parte de la estrategia que buscó destruir a Roberto Madrazo y abrir con ello la puerta a un candidato a modo para Fox dentro del PRI.”
Un candidato a modo, explica Madrazo, era “un candidato débil, sin posibilidades de triunfo frente al candidato de Vicente Fox”. A su juicio, esta estrategia lo que dejaba ver era que “Madrazo era fuerte y les iba a ganar la elección. Y por eso las alternativas eran prácticamente de risa loca: Eduardo Bours, Enrique Jackson, que no ganó ni la presidencia del PRI en 2007, Arturo Montiel… y ya ves lo que pasó”.
Roberto Madrazo está convencido de que su derrota se debió a la “deslealtad interna”, a la falta de un equipo más consolidado, a una estrategia mediática dirigida a ubicarlos en tercer lugar, pero sobre todo a que se montó una elección de Estado.
“No era sólo Madrazo (…) era que el PRI no debía regresar a Los Pinos. Fue una estrategia montada con muchísimo dinero, secundada por los medios de comunicación, debido a los favores recibidos de la señora Sahagún en la administración de Fox. Aquí lo lamentable es que los nuestros se hayan ido con la finta mediática cuando tenían sus propias encuestas locales y sabían que estábamos remontando, que no estábamos en tercer lugar, que estábamos en la competencia en sus estados, e incluso arriba en muchos de ellos.”
Madrazo le resta méritos a Vicente Fox como presidente, pues asegura que le faltaron “cojones” para tomar ciertas decisiones a lo largo de su gobierno, como evitar que el desafuero fuera utilizado por Andrés Manuel López Obrador para apuntalar su candidatura presidencial. No fue el caso de Marta Sahagún, quien sí aprendió a manejar la política, pero a quien la ambición la perdió, plantea el tabasqueño.
Recuerda entonces una reunión que tuvieron en Los Pinos en la cual Leonardo Rodríguez Alcaine dijo a Fox y a Marta Sahagún: “Doña Marta, señor presidente, perdónenme los dos una pregunta. Se las hago con todo respeto a la investidura. ¿No le van a faltar güevos? Porque esto va a estar cabrón”. A lo que Fox contestó: “No, no. Ahora sí vamos pa` delante. Esto tendrá que llegar a sus últimas consecuencias”.
El “gran mito” sobre Salinas
Madrazo, amigo íntimo de la familia Salinas, manifiesta que es un “gran mito” que el expresidente Carlos Salinas haya estado detrás de su campaña presidencial.
Asevera que Carlos Salinas hizo “un buen gobierno”, del cual “nos podíamos sentir orgullosos los mexicanos”, pero le falló el último jalón. Acepta haberlo consultado sobre el conflicto de Chiapas, el manejo de la economía y el programa Solidaridad.
“Lo cierto es que lo conozco y que hablo con él, como lo hice cuando la muerte de Enrique, su hermano. También es cierto que tengo una relación de respeto por toda la familia, incluyendo a Raúl, por supuesto, para ser claro. Pero el mito es el mito, funciona a pesar de todo, terco como una mula. De ahí viene el célebre aforismo de Einstein, ese que dice que es más fácil desintegrar el átomo que deshacer un prejuicio.”
Y de eso nuevamente culpa a Zedillo: de haber permitido y promovido “la degradación brutal de la figura del (ex)presidente Salinas en las calles de nuestro país”.
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