Nueva York, 24 de octubre. El presidente George W. Bush atacó este miércoles al gobierno de Cuba y convocó a la “comunidad internacional” a apoyar “el movimiento democrático” de la isla, al proclamar que “los disidentes de hoy serán los líderes de esa nación”, en su primer discurso dedicado exclusivamente a Cuba en cuatro años.
Una vez más el mandatario estadunidense definió la transición de poder de Fidel a Raúl Castro como inaceptable para Washington, y descalificó los cambios que se han anunciado por el gobierno cubano durante el último año.
La situación en Cuba “no mejorará al intercambiar un dictador por otro. No mejorará si buscamos acomodarnos con una nueva tiranía en los intereses de la ‘estabilidad’. América (sic) no tomará parte en dar oxígeno a un régimen criminal victimizando a su propio pueblo. No apoyaremos las formas viejas con nuevas caras….”, afirmó.
A la vez, reafirmó que no habrá ningún cambio en el bloqueo de La Habana impuesto por Washington. “Mientras el régimen mantenga su monopolio sobre la vida política y económica del pueblo cubano, Estados Unidos mantendrá el embargo”, declaró, al reafirmar que la “fuente del sufrimiento de Cuba no es el embargo, sino el sistema comunista”.
Ante diplomáticos invitados al Departamento de Estado (aunque en esta ocasión no fue invitado el embajador de Venezuela y varios estaban incómodos en aceptar presentarse, según fuentes diplomáticas aquí), Bush declaró que “ahora es el momento de apoyar el movimiento democrático creciente en la isla”, y que “ahora es el momento para que el mundo ponga a un lado sus diferencias y se prepare para la transición de los cubanos a un futuro de libertad, progreso y promesa”.
En ese contexto, propuso establecer un “Fondo de la Libertad”, una iniciativa para recaudar miles de millones de dólares de gobiernos y organismos internacionales que serían empleados para apoyar la “reconstrucción” de la economía cubana y su transición hacia la “democracia”. Los fondos serían accesibles a los cubanos sólo después que el gobierno cubano compruebe que ha establecido las “libertades fundamentales” sociales, económicas y políticas. Nombró a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y al secretario de Comercio, el cubanoestadunidense Carlos Gutiérrez, para encabezar el esfuerzo a fin de establecer el fondo.
A la vez, convocó a los gobiernos a apoyar a la disidencia interna en Cuba, y les propuso que abran sus embajadas en La Habana a “líderes pro democracia e invitarlos a diferentes actos”, usar sus sedes para ofrecer a los cubanos acceso al Internet y a libros y revistas, y “pueden alentar a sus ONG a relacionarse directamente con la sociedad civil independiente de Cuba”.
Elogió a la República Checa, Hungría y Polonia como “fuentes vitales de apoyo y aliento a la valiente oposición democrática de Cuba. Le pido a otros países hacer lo mismo”.
Ante el público invitado, en el que también estaban disidentes cubanos, y entre quienes se reconoció la presencia de familiares de cutaro cubanos encarcelados por delitos políticos, Bush reiteró su llamado a apoyar la oposición interna en Cuba.
En un mensaje supuestamente dirigido al pueblo cubano, Bush declaró que “ustedes tienen el poder de forjar su propio destino. Ustedes pueden lograr un futuro en que los líderes responden a ustedes”. Además se atrevió a invitar a las fuerzas armadas de la isla a ese “futuro”, y afirmó que “ustedes tal vez habían creído en la revolución. Ahora pueden ver su fracaso”.
Después de un largo repaso por la ausencia de libertades y violaciones a los derechos humanos, Bush acusó: “el paraíso socialista es un gulag tropical”, y aseguró que seguramente hay “más horrores” que sólo serán descubiertos después del fin del régimen actual, y que éstos “avergonzarán a los defensores del régimen y todas aquellas democracias que han guardado silencio”.
El secretario de Comercio Gutiérrez comentó poco después a periodistas que el discurso “fue un mensaje claro a la comunidad internacional y al pueblo de Cuba de que deseamos ayudarlos en su momento de transición”, y sostuvo que “planeamos formar parte” de la reconstrucción del país.
El subsecretario asistente de Estado para el Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, en la misma conferencia de prensa después del discurso, calificó el mensaje del presidente como uno sobre “empoderar al pueblo cubano para controlar su propio destino, porque se reconoce que el cambio en Cuba será dirigido por cubanos y que lo que la comunidad internacional puede hacer es crear un clima que ayude al pueblo cubano a llevar a cabo ese cambio”.
El presidente Bush ofreció nuevas medidas para “ayudar de manera directa” al pueblo cubano bajo la condición de que el régimen “se salga del camino”. Mencionó dos: otorgar licencias a ONG y grupos religiosos para enviar computadoras y acceso al Internet para el pueblo cubano; y segundo, extender invitaciones a jóvenes cubanos aun programa de becas educativas internacionales.
Varios analistas y comentaristas se preguntaban el porqué realizar el discurso ahora. Algunos comentaron que obviamente hay un elemento de política electoral, mientras otros ponderaban si esto sólo fue una advertencia a otros países que están explorando mayores relaciones con el gobierno encabezado por Raúl Castro.
A la vez, voces conservadoras insisten sobre la “amenaza” a la seguridad nacional que representa Cuba. El centro de investigaciones conservador Heritage Foundation ha programado un foro este jueves con funcionarios y oficiales de inteligencia estadunidense que abordarán cómo “Cuba está agresivamente promoviendo el anti-americanismo a través de América Latina” mientras que “los servicios de inteligencia cubanos han intensificado su enfoque sobre Estados Unidos, poniendo en riesgo operaciones militares estadunidenses”. Estas preocupaciones sobre “la amenaza de Cuba a la seguridad nacional de Estados Unidos” serán evaluadas en el foro.
Pero para analistas veteranos de la relación bilateral de Estados Unidos con Cuba, el discurso fue poco novedoso y descartan que sea augurio de alguna nueva estrategia de agresión.
Wayne Smith, del Centro de Políticas Internacionales (CIP) en Washington y ex encargado de la sección de intereses de Estados Unidos en La Habana, comentó en entrevista con La Jornada que “no hay nada nuevo” en el discurso, y que sólo repitió lo mismo que ha venido diciendo desde 2004. “El discurso obviamente está dedicado a esa pequeña bola de cubanoestadunidenses de línea dura aquí” comentó. Su rechazo de una transición de Fidel a Raúl Castro es absurda, consideró Smith, “a menos de que aún no se ha dado cuenta de que ya ocurrió”. Además, preguntó, “¿y qué va hacer Bush al respecto?”. Agregó que sólo fue una reafirmación de una política inefectiva de Washington.
Preguntado si comparte la preocupación de algunos en América Latina de que el discurso podría ser un preludio a nuevos ataques o misiones de intervención, Smith descartó esa posibilidad. “Estamos tan empantanados en Irak y Afganistán, que aun si quisieran hacerlo, no es posible ahora”. Subrayó que el discurso tenía sobre todo un propósito político electoral doméstico.
Otro observador veterano de la política estadunidense hacia América Latina declaró a La Jornada que “aunque pareciera que el blanco del ataque verbal era La Habana, el mensaje en verdad fue destinado a unos 250 kilómetros más cerca de Washington que eso: Miami”.
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