Los hombres libres
Fco. Javier Chaín Revuelta
En las múltiples conferencias que se realizan en los foros políticos, expertos en temas sociales como democracia, liberalismo y tópicos semejantes, no pueden evitar las recomendaciones “Es la hora de preguntarnos cómo pasar de la ciudadanía como estatus político a la ciudadanía como ejercicio voluntario de una virtud cívica” Frases como esta pueden pasar por afirmaciones anarquistas si se interpretaran de esta precisa manera: “Nadie necesita gobierno si todos ejercemos virtuosamente la ciudadanía”. Hay que señalar que normalmente los expertos conferencistas se encargan de mandar señales claras, durante sus presentaciones, que ellos no profesan el anarquismo y ni siquiera el socialismo. Nos mandan avisar que son tibios y pragmáticos. Que son liberales priístas a la Reyes Heroles. Que al término de las charlas discuten con sus anfitriones, entre champañas, cómo es que la democracia sólo sirve para lo que sirve. De socialismo nada.
Pero esta nota si puede hablar de socialismo y mezclarlo bajo la pluma de Oscar Wilde. En "El alma del hombre bajo el socialismo" este autor irlandés muestra viva preocupación por los problemas sociales y políticos de la época "La primera ventaja que reportaría la implantación del socialismo sería, indudablemente, la de liberarnos de esta sórdida necesidad de vivir para otros". O sea, la dependencia que produce el trabajo asalariado, en el contexto económico capitalista. Más adelante es tajante: "La verdadera finalidad consiste en procurar reconstruir la sociedad sobre una base tal que resulte imposible la pobreza." Señala con lúcida salvedad que nadie debe concebir “el socialismo de cuartel" porque no favorece el buen desenvolvimiento de la nueva sociedad. Una sociedad que aspire a la libertad, no puede usufructuar de los legados del pensamiento autoritario. En esto, Wilde concibe claramente, primero, que una revolución socialista no pueda obviar el problema de la economía -sería un suicidio- y, segundo, que no puede tacharse la idea de libertad como un prejuicio. Miguel Bakunin lo ha señalado de la misma manera: "Pues la libertad política sin la igualdad económica es un fraude”
Asimismo, otro tópico en el pensamiento de Wilde es su rechazo de la caridad, sobre la que anotó "¿Por qué los pobres iban a recoger con agradecimientos las migajas de pan que caen de la mesa del rico?" Frente a la prédica paternalista de los ricos con los pobres Wilde plantea la conjunción de la justicia social y la libertad para poder lograr el nuevo individuo y la nueva sociedad. En este punto entrevé una sana preocupación por el sujeto, no como títere inerte de la máquina social, sino como energía que irradia chispas de alegría y diferenciación. Aquí, al mencionar la alegría, quizá intuye o atisba, así sea en lejanía, la verdadera libertad, la libertad total concebida en Oriente.
Lo que occidente, aun con sus mejores plumas no llega siquiera imaginar, es la noción correcta de libertad que poseen los nómadas del Hedjaz, al despreciar totalmente al hombre sedentario. Un nómada de primera categoría considera el trabajo como una actividad inferior, que un hombre consciente de su dignidad debe evitar. Los únicos hombres libres, viven como deseaba vivir el poeta: “Me gustaría no acostarme nunca en el mismo sitio en que me he despertado” fjchain@hotmail.com
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