¡Ah, que Macario!
Fco. Javier Chaín Revuelta
La única democracia es la muerte, arrasa parejo. Quien recuerde el Macario de B. Traven –aquel escritor anónimo cuya identidad reveló su muerte- recordará el anhelado deseo de las cientos de decenas de miles de pobres, de las decenas de millones de pobres que habitan esta especie de país, esta colonia estadounidense. Quien recuerde Macario de Traven, recordará que el mayor deseo de este pobre entre los pobres -más pobre que el más pobre que haya nacido en el Oriente Medio, en la Media Luna- era poder comer un pollo entero para él sólo y alejado de la mirada de hambre de sus muchos hijos. Casi como milagro, su mujer, después de mucho tiempo de duras faenas de servidumbre a otros menos pobres, logró comprar y luego guisar, durante una noche entera, mientras marido e hijos dormían, un suculento pollo entero a fin de que su marido antes del amanecer se lo llevara al monte –donde ejercía su labor de leñador- y lo pudiera comer todo para él solito y fuera de la miradas de hambre de sus hijos.
A punto de cumplir su gran anhelo, el leñador se dispuso, en la soledad y lo intricado del monte, iniciar su festín. Apenas iba probar bocado cuando se le apareció un elegante charro con lujoso traje negro con relucientes botones de oro puro y le pide ser convidado del suculento pollo. Macario –con la escuela práctica y sabiduría que brinda la natural educación indígena- no necesitó de ninguna secretaría de educación para saber que el falso charro no era sino el mismo Diablo. Le negó pollo respondiéndole que, con tanto oro, se puede ir a comprar todos los pollos que quiera “Anda compadre –le dijo- vete con oro y déjame comer”
Al irse el Diablo, llegó un pobre y humilde anciano. Macario de inmediato reconoció que era Dios mismo, y cuando este pidió, fingiendo hambre, una pieza de pollo, lo despacho de igual modo: “Anda compadre, siendo tan poderoso, tan clerical y milagroso puedes conseguir y poseer cualquier cosa, así que ve a tu iglesia, con tus obispos, que allá sobra de todo y no es necesario te convide, lo que mi mujer con tanto amor guisó exclusivamente para mí, así es que agarra tu rumbo y vete” Finalmente se le presenta un semejante que le pide ser convidado, Macario lo reconoce y entonces sin chistar, le entrega la mitad del pollo y ambos comen en amena charla. Muerte: -¿Por qué me invitaste de tu pollo, si sabías quien era? Macario: -Pues, porque me dije: Esta ya viene, si le invito a lo mejor me da tiempo de comer un poco más. Muerte: -¡Ah, que Macario! Nomás por eso me caíste bien. Al otro día, su mujer encontró el cadáver de Macario, nunca pudo explicarse por qué apareció con medio pollo sin probar.
El único propósito visible de los seres vivos es el de conservarse vivos. Todo ser vivo hace lo indecible por no morir. Tiene en su interior, en su voluntad, un deseo enorme de seguir vivo. Si a una persona le preguntarán si prefiere morir o que se mueran todos, responderá que prefiere se mueran todos los demás. Es tanto el deseo de no morir, de permanecer, que para hacer menos dura la muerte, el humano ha imaginado diversos mitos y lugares donde -se consuela- irá después del morir. Pero la muerte no existe, ya que mueren individuos, pero no la especie. Al Profeta le preguntaron si se puede salvar la muerte. “Traed una paloma” –ordenó. La mató y cortó en cuatro pedazos. Luego pidió que los 4 pedazos se tiraran en 4 montes y profetizó “Verán que por siempre vivirán palomas en los montes”. En nosotros (as) viven madres y abuelas. ¡Bienaventuradas (os) las que tiene hijas (os), en ellas (os) vivirán por siempre! fjchain@hotmail.com
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