viernes, noviembre 9

Ni una copa más

Fco. Javier Chaín Revuelta

Advirtamos primero como título libresco que en este pueblo no sólo no hay ladrones, “En este pueblo no hay culpables”. En una casa habitada por 6 personas, estuvo alguna vez a la vista de todos un peine blanco sobre un tocador. El jueves tres de los habitantes se fueron de viaje. El viernes en la mañana los tres que no viajaron aun pudieron ver el peine blanco sobre el tocador. Ese mismo viernes e incluso el sábado ninguna otra persona, fuera de los tres citados, ingresó a esa casa. El sábado en la mañana uno de estos tres habitantes al no encontrar el peine sobre el tocador pregunta a las otras dos personas quien de ellas tomó el peine, y las dos personas, no sólo negaron haberlo tomado, sino meses después aun persisten en asegurar que jamás tomaron ellos el peine. Es conclusión, los fantasmas si existen, los que tomaron el peine fueron los fantasmas o a los peines les salen patas. Así pasa en el pueblo, aquí nadie es culpable de nada, si acaso hay culpables estos deben ser fantasmas, y si no, los culpables son, en todo caso, los del pueblo vecino o de otros estados de la república e incluso de países extraños. Hay que tomar en cuenta que los chivos expiatorios, como culpables, también cada día son menos frecuentes debido a las comisiones internacionales de los derechos humanos. También de refilón hay que señalar que este pueblo nadie muerde, es decir, la mordida no existe, es más, hay que destacar que los que menos conocen las mordeduras –a decir de los choferes- son los llamados agentes de tránsito. Podemos decir aquí con toda seguridad que “En este pueblo no hay mordelones” y también que “En este pueblo no hay borrachos”

Un culpable dícese de aquel a quien se echa o se puede echar la culpa, o en su caso al delincuente responsable de un delito. Con todo –dice el Compendio Moral Salmanticense- es más grave el pecado de comisión, que el de omisión; porque aquél y no éste se contraría directamente a la virtud. Como la comisión de pecados es asunto que atrae multitudinaria curiosidad y especial atención de muchísimas personas de la comunidad, nada mejor que recomendar al autor Arthur Conan Doyle –hijo literario de Edgar Alan Poe, creador del género- Tomemos, al azar y como ejemplo, un fragmento del “El Misterio de Boscombe Valley”

“... mentes del jurado encargado de la instrucción. --Como que es una confesión --exclamé. --Nada de eso, porque a continuación se declaró inocente. --Viniendo después de una serie de hechos tan condenatoria fue, por lo menos, un comentario de lo más sospechoso. --Por el contrario --dijo Holmes--. Por el momento ésa es la rendija más luminosa que puedo ver entre los nubarrones. Por muy inocente que sea, no puede ser tan rematadamente imbécil que no se dé cuenta de que las circunstancias son fatales para él. Si se hubiera mostrado sorprendido de su detención o hubiera fingido indignarse, me habría parecido sumamente sospechoso, porque tal sorpresa o indignación no habrían sido naturales, dadas las circunstancias, aunque a un hombre calculador podrían parecerle la mejor táctica a seguir. Su franca aceptación de la situación le señala o bien como a un inocente, o bien como a un hombre con mucha firmeza y dominio de sí mismo. En cuanto a su comentario de que se lo merecía, no resulta tan extraño si se piensa que estaba junto al cadáver de su padre y que no cabe duda de que aquel mismo día había olvidado su respeto filial hasta el punto de reñir con él e incluso, según la muchacha cuyo testimonio es tan importante, de levantarle la mano como para pegarle” fjchain@hotmail.com

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