Al pueblo de México:
Compañeros, compañeras:
Han transcurrido ya cinco años de aquel 8 de agosto de 2001, en que diversas unidades guerrilleras de las FARP realizaron un acto de propaganda político-militar en tres sucursales bancarias de Banamex y en el Senado de la república.
En aquel agosto de 2001, diversas pintas de las FARP, junto con tres pequeñas detonaciones de explosivos en igual número de sucursales de Banamex, fueron la manera como las FARP nos pronunciamos por:
1.- El rechazo a la venta de Banamex a un grupo financiero norteamericano, el CityGroup, por representar el sometimiento de la vida económica, política y social del país a la voluntad de los grupos financieros trasnacionales.
2.- Exigir la presentación con vida de todos los desaparecidos políticos.
3.- Expresar nuestro rechazo hacia la contrarreforma constitucional de la Ley de Derechos y Cultura Indígenas.
4.- Rechazar la propuesta de reforma fiscal foxista, que incluía e incluye el IVA a medicinas y alimentos.
5.- Llamar al pueblo campesino a organizarse y luchar contra las políticas erráticas e inequitativas del gobierno hacia el campo.
6.- Condenar y rechazar la presencia de Gari Prado en México, entonces embajador de Bolivia en nuestro país.
7.- Condenar la represión del gobierno Italiano contra el movimiento anti-neoliberal en Génova Italia. Repudiamos el asesinato del joven activista Carlo Giuliani.
8.- Hacer un llamado a las organizaciones, partidos y ejércitos revolucionarios democráticos y progresistas para hacer nuestro mejor esfuerzo por combatir las viejas prácticas y actitudes políticas que tanto daño han hecho al movimiento y buscar la relación y acercamiento político necesario para avanzar hacia la coordinación y unidad.
Hoy Banamex se ha consolidado como uno de los grupos financieros trasnacionales más importantes del país, y su antiguo dueño, el inefable Roberto Hernández, no deja de estar presente en el escandaloso escenario político actual. Roberto Hernández es uno de los empresarios que, por su añeja amistad con el señor Vicente Fox, ha sido más beneficiado en este sexenio. Famoso también por sus recientes desplantes ultra-reaccionarios en contra del señor Andrés Manuel López Obrador. Pero aún más famoso por sus sonados negocios financieros que están plagados de turbiedad y corrupción.
Las FARP jamás reivindicamos la preferencia del capital nacional sobre el trasnacional. Simplemente nos expresarnos, en pocas palabras, en contra del avance del imperialismo. El paso de un banco privado mexicano a manos del gran capital trasnacional significaba no la disconformidad de las FARP porque fueran los capitalistas extranjeros los que especularan con el dinero de los trabajadores, sino la agudización del capitalismo en sí a niveles insospechados. Además, el caso Banamex había sido escandaloso sobremanera. Y esto era el colofón de la manera como una banca nacionalizada había sido desmantelada y saqueada por unos cuantos, para luego sanearla y entregarla en bandeja de plata a los capitalistas trasnacionales. Quienes sugirieron por ignorancia o mala fe lo contrario pueden quedarse, desde la comodidad del lugar que ocupan lejos del proceso revolucionario, con sus pobres conclusiones. Han pasado los años y la historia ha puesto a cada quien en su lugar. Hoy las FARP somos una de las pocas organizaciones revolucionarias que han planteado de manera clara su oposición franca y abierta al capitalismo, imperialista y no imperialista, y su apego sin miedos absurdos a los principios socialistas. Por su parte, quienes ayer nos criticaron por nuestro “nacionalismo capitalista” hoy están en el CISEN o en el oportunismo abierto o encubierto.
Durante el “gobierno del cambio” la existencia de presos políticos y de conciencia es más cínica y grotesca. El caso Atenco es ejemplar en ese sentido.
La Ley de Derechos y Cultura Indígenas vigente, decretada durante este sexenio, muestra aún el racismo en contra de los pueblos indígenas y el interés económico y político de unos cuantos por encima de los recursos naturales que se encuentran en los territorios indígenas y que pertenecen a todo el pueblo.
La Secretaría de Hacienda sigue obstinada en someter a las clases medias y pobres al terrorismo fiscal, mientras los grandes magnates nacionales y trasnacionales siguen libres del pago de impuestos. El caso Hildebrando resultó ser un excelente botón de muestra.
El campo mexicano sigue en el olvido. Cada vez un mayor número de campesinos emigran de sus tierras para buscar mejores oportunidades económicas fuera del país. El incremento abismal de las remesas que envían los emigrantes mexicanos desde el extranjero no deja lugar a duda alguna.
La guerra sucia que se recrudeció a finales de los años sesentas, y que tuvo su mayor auge en los setentas y ochentas, sigue vigente, y sus máximos responsables siguen impunes. Nuestros Gari Prado siguen libres.
México, país que bajo las órdenes de los Estados Unidos le exige a Cuba respeto a los derechos humanos en la isla, es decir, respeto a la subversión de la derecha cubana, se ha convertido en un país esquirol. Su maldito silencio y complicidad en torno a las violaciones cometidas en contra de sus ciudadanos y hasta de ciudadanos extranjeros (como en los casos de Atenco, Sicartsa, Pasta de Conchos, etcétera) por sus propios policías, militares y paramilitares es el colmo de esa condición de porros políticos de los Estados Unidos que han adquirido los funcionarios mexicanos de relaciones exteriores. Candiles burdos de la calle, nefasta oscuridad de su casa.
Y la izquierda revolucionaria sigue más o menos desunida. Cada sector de ella continúa con sus prejuicios por delante. Con sus unilateralidades como bandera única. Con sus “diferencias” como dogma. Con su pacifismo como dogma contrario al dogma del militarismo. Con su trabajo de base, sólo de palabra. Con sus mutuas descalificaciones. Con sus recíprocas desconfianzas. Y algunos hasta con el asesinato de líderes sociales como carta de presentación moralista.
Ayer, como hoy, nuestra manifestación de protesta con un marcado carácter político, intentó ser presentada por la burguesía en su conjunto como una muestra de violencia irracional. Tiene completa razón Carlos Fazio al incluir a Televisa y TV Azteca y a otros grupos de “comunicación” como parte de la burguesía, de la clase capitalista, y rechazar la absurda idea de que constituyen un sector llamado “cuarto poder”, apartado de las clases sociales. Ayer esos capitalistas nos tildaban de terroristas potenciales. Realizaban encuestas tramposas con el fin de legitimar la represión en nuestra contra, pero a pesar de ello caían en el ridículo. En aquel tiempo, una encuesta del Grupo Televisa que pretendió infundir temor en la población, fue claramente contraria a esas intenciones. La población no sentía temor alguno por nosotros. Los sectores populares simpatizaban con nosotros. Especialmente, grupos de valientes estudiantes universitarios se atrevían a corear frente a las cámaras de lo que fue CNI Canal 40: “FARP, FARP, FARP”.
Hoy el PRD y el movimiento social que defienden la voluntad popular y rechazan el clarísimo fraude electoral cometido por el PAN, el gobierno federal y la burguesía más reaccionaria, son acusados de lo mismo que acusan y acusarán a los sectores que busquen un cambio social de izquierda, por mínimo que pueda ser, de “promotores de la violencia”.
Hoy la llamada clase política, incluido el PRD, se halla inmersa en sus infinitas contradicciones de clase social, en sus incontables matices políticos. Da espanto su oportunismo. La dialéctica los muestra como lo que son, sectores burgueses en una pugna irremediable por el poder político. No importa que Andrés Manuel López Obrador se radicalice, no importa que el PRD tome medidas más “contundentes”. Lo importante es que el pueblo pobre de México adquiera conciencia de sus intereses de clase social. Y para ello falta tiempo. Y esto no es un simple deseo. Más aún, es la condición sin la cual el movimiento social será una masa poderosa más por su aspecto cuantitativo que cualitativo. No negamos que la masa del pueblo cuenta ya con un mínimo nivel de conciencia, lo aceptamos gustosos. Pero falta más para que nuestro pueblo ponga sus intereses económicos y políticos a la orden del día, como condición única para acabar con el mal de males, el capitalismo. Y ese carácter de clase sólo se lo podrá inyectar a la masa popular el movimiento revolucionario y las organizaciones verdaderamente de izquierda. Ese carácter jamás se lo darán los diferentes lideres o dirigentes acuerpados en la Coalición por el Bien de Todos, porque ellos simplemente no cuentan con una conciencia de clase proletaria.
Apoyaremos políticamente al movimiento social que rechaza el fraude electoral de la burguesía, porque la lucha de clases es así, compleja e intrincada. Con altos y bajos. Porque a nadie conviene, ni siquiera a los sectores populares que votaron por el PAN, que Felipe Calderón llegue al poder. Porque se trata de una cuestión táctica muy simple pero profunda. Se trata de ir creando las condiciones mínimas para las luchas venideras, más difíciles y definitivas. Se trata de fragmentar el poder burgués, y ese sí, hacerlo pedacitos sin traicionar los principios marxistas leninistas de nuestra lucha socialista. Se trata de acompañar al pueblo, y no esperarlo en una supuesta “cima” revolucionaria. Se trata de decirle al pueblo, estamos contigo, sin condiciones absurdas y con apoyo político concreto y no de palabra, pero estamos contigo para hacerte ver que esto no es todo, no es el fin de la lucha, sino el preámbulo o introducción a etapas de lucha social más importantes.
La toma de Av. Reforma por parte de cientos y miles de personas del pueblo, para defender la voluntad popular y exigir un recuento, voto por voto, de los sufragios emitidos el 2 de julio de 2006 son un excelente ejemplo de cómo la burguesía y su estructura político-militar —el Estado— hacen de la descalificación el primer recurso para contrarrestar la lucha política de la izquierda. Es parte de la táctica político-militar de la burguesía, ni más ni menos. Es ingenuo tratar de evitar la ira de la burguesía, pues ésta hará hasta lo indecible por mostrar a su adversario como violento, para luego con toda “legitimidad” emplear el monopolio legal de la fuerza. Juego perverso de palabras e intenciones enmascaradas en leyes injustas y tramposas. Como lo es todo lo burgués.
El conteo voto por voto no garantiza nada. El reconocimiento de fraude electoral no está garantizado con un recuento exacto de votos. ¿Por qué? Porque el fraude electoral no sólo fue cuantitativo, sino también cualitativo. Esperamos que sea suficiente ese recuento, pero creemos que puede no ser suficiente. Los vericuetos del sistema son tan escabrosos e inesperados que todo nos podemos esperar.
Pero si el recuento de votos no es suficiente, y si el PAN se sale con la suya, el PRD estará obligado a hacer ingobernable al país. Se habrá legitimado el triunfo del PAN. Pero el PRD no deberá dejarlo gobernar. No por una manía de boicot, sino porque sencillamente no deberá permitir que siga el avance de la profundización del capitalismo en México. Si las propuestas políticas del PAN y del PRD son tan distintas entre sí, no puede pasar otra cosa sino la ingobernabilidad. De lo contrario, la política del PRD es un fraude. Si el PRD pretende “conciliar” los intereses de clase de quienes hoy lo apoyan concretamente en las calles con los de quienes hoy detentan el poder en México, entonces el PRD habrá traicionado a los primeros.
Menudo problema para el PRD. Pero ojalá que Andrés Manuel López Obrador y el PRD lleguen al poder. Porque entonces las opciones del PRI y PAN estarán agotadas, que no vencidas. Y entonces veremos si los primeros, López Obrador y el PRD, pueden y quieren solucionar los grandes males del país. De no lograrlo será el momento oportuno para que el pueblo vea con más claridad, que el proceso electoral en sí es más un proceso administrativo que un proceso de decisión democrática. Entonces el pueblo comprenderá, porque los hechos se lo harán ver mejor que cualquier discurso o planteamiento programático, que sus intereses están ligados inevitablemente con la lucha por el socialismo. Entonces sí, México será escenario de otras luchas de cuya forma sería una simple especulación hablar ahora. Pero cuyo contenido será, inexorablemente, socialista.
Fraternalmente,
¡Por la Revolución Socialista y la Liberación Nacional!
¡La Lucha Popular Revolucionaria!
¡Patria Libre!
¡Y Socialista!
Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo, FARP.
República Mexicana, a 7 de agosto de 2006.
Hoy Banamex se ha consolidado como uno de los grupos financieros trasnacionales más importantes del país, y su antiguo dueño, el inefable Roberto Hernández, no deja de estar presente en el escandaloso escenario político actual. Roberto Hernández es uno de los empresarios que, por su añeja amistad con el señor Vicente Fox, ha sido más beneficiado en este sexenio. Famoso también por sus recientes desplantes ultra-reaccionarios en contra del señor Andrés Manuel López Obrador. Pero aún más famoso por sus sonados negocios financieros que están plagados de turbiedad y corrupción.
Las FARP jamás reivindicamos la preferencia del capital nacional sobre el trasnacional. Simplemente nos expresarnos, en pocas palabras, en contra del avance del imperialismo. El paso de un banco privado mexicano a manos del gran capital trasnacional significaba no la disconformidad de las FARP porque fueran los capitalistas extranjeros los que especularan con el dinero de los trabajadores, sino la agudización del capitalismo en sí a niveles insospechados. Además, el caso Banamex había sido escandaloso sobremanera. Y esto era el colofón de la manera como una banca nacionalizada había sido desmantelada y saqueada por unos cuantos, para luego sanearla y entregarla en bandeja de plata a los capitalistas trasnacionales. Quienes sugirieron por ignorancia o mala fe lo contrario pueden quedarse, desde la comodidad del lugar que ocupan lejos del proceso revolucionario, con sus pobres conclusiones. Han pasado los años y la historia ha puesto a cada quien en su lugar. Hoy las FARP somos una de las pocas organizaciones revolucionarias que han planteado de manera clara su oposición franca y abierta al capitalismo, imperialista y no imperialista, y su apego sin miedos absurdos a los principios socialistas. Por su parte, quienes ayer nos criticaron por nuestro “nacionalismo capitalista” hoy están en el CISEN o en el oportunismo abierto o encubierto.
Durante el “gobierno del cambio” la existencia de presos políticos y de conciencia es más cínica y grotesca. El caso Atenco es ejemplar en ese sentido.
La Ley de Derechos y Cultura Indígenas vigente, decretada durante este sexenio, muestra aún el racismo en contra de los pueblos indígenas y el interés económico y político de unos cuantos por encima de los recursos naturales que se encuentran en los territorios indígenas y que pertenecen a todo el pueblo.
La Secretaría de Hacienda sigue obstinada en someter a las clases medias y pobres al terrorismo fiscal, mientras los grandes magnates nacionales y trasnacionales siguen libres del pago de impuestos. El caso Hildebrando resultó ser un excelente botón de muestra.
El campo mexicano sigue en el olvido. Cada vez un mayor número de campesinos emigran de sus tierras para buscar mejores oportunidades económicas fuera del país. El incremento abismal de las remesas que envían los emigrantes mexicanos desde el extranjero no deja lugar a duda alguna.
La guerra sucia que se recrudeció a finales de los años sesentas, y que tuvo su mayor auge en los setentas y ochentas, sigue vigente, y sus máximos responsables siguen impunes. Nuestros Gari Prado siguen libres.
México, país que bajo las órdenes de los Estados Unidos le exige a Cuba respeto a los derechos humanos en la isla, es decir, respeto a la subversión de la derecha cubana, se ha convertido en un país esquirol. Su maldito silencio y complicidad en torno a las violaciones cometidas en contra de sus ciudadanos y hasta de ciudadanos extranjeros (como en los casos de Atenco, Sicartsa, Pasta de Conchos, etcétera) por sus propios policías, militares y paramilitares es el colmo de esa condición de porros políticos de los Estados Unidos que han adquirido los funcionarios mexicanos de relaciones exteriores. Candiles burdos de la calle, nefasta oscuridad de su casa.
Y la izquierda revolucionaria sigue más o menos desunida. Cada sector de ella continúa con sus prejuicios por delante. Con sus unilateralidades como bandera única. Con sus “diferencias” como dogma. Con su pacifismo como dogma contrario al dogma del militarismo. Con su trabajo de base, sólo de palabra. Con sus mutuas descalificaciones. Con sus recíprocas desconfianzas. Y algunos hasta con el asesinato de líderes sociales como carta de presentación moralista.
Ayer, como hoy, nuestra manifestación de protesta con un marcado carácter político, intentó ser presentada por la burguesía en su conjunto como una muestra de violencia irracional. Tiene completa razón Carlos Fazio al incluir a Televisa y TV Azteca y a otros grupos de “comunicación” como parte de la burguesía, de la clase capitalista, y rechazar la absurda idea de que constituyen un sector llamado “cuarto poder”, apartado de las clases sociales. Ayer esos capitalistas nos tildaban de terroristas potenciales. Realizaban encuestas tramposas con el fin de legitimar la represión en nuestra contra, pero a pesar de ello caían en el ridículo. En aquel tiempo, una encuesta del Grupo Televisa que pretendió infundir temor en la población, fue claramente contraria a esas intenciones. La población no sentía temor alguno por nosotros. Los sectores populares simpatizaban con nosotros. Especialmente, grupos de valientes estudiantes universitarios se atrevían a corear frente a las cámaras de lo que fue CNI Canal 40: “FARP, FARP, FARP”.
Hoy el PRD y el movimiento social que defienden la voluntad popular y rechazan el clarísimo fraude electoral cometido por el PAN, el gobierno federal y la burguesía más reaccionaria, son acusados de lo mismo que acusan y acusarán a los sectores que busquen un cambio social de izquierda, por mínimo que pueda ser, de “promotores de la violencia”.
Hoy la llamada clase política, incluido el PRD, se halla inmersa en sus infinitas contradicciones de clase social, en sus incontables matices políticos. Da espanto su oportunismo. La dialéctica los muestra como lo que son, sectores burgueses en una pugna irremediable por el poder político. No importa que Andrés Manuel López Obrador se radicalice, no importa que el PRD tome medidas más “contundentes”. Lo importante es que el pueblo pobre de México adquiera conciencia de sus intereses de clase social. Y para ello falta tiempo. Y esto no es un simple deseo. Más aún, es la condición sin la cual el movimiento social será una masa poderosa más por su aspecto cuantitativo que cualitativo. No negamos que la masa del pueblo cuenta ya con un mínimo nivel de conciencia, lo aceptamos gustosos. Pero falta más para que nuestro pueblo ponga sus intereses económicos y políticos a la orden del día, como condición única para acabar con el mal de males, el capitalismo. Y ese carácter de clase sólo se lo podrá inyectar a la masa popular el movimiento revolucionario y las organizaciones verdaderamente de izquierda. Ese carácter jamás se lo darán los diferentes lideres o dirigentes acuerpados en la Coalición por el Bien de Todos, porque ellos simplemente no cuentan con una conciencia de clase proletaria.
Apoyaremos políticamente al movimiento social que rechaza el fraude electoral de la burguesía, porque la lucha de clases es así, compleja e intrincada. Con altos y bajos. Porque a nadie conviene, ni siquiera a los sectores populares que votaron por el PAN, que Felipe Calderón llegue al poder. Porque se trata de una cuestión táctica muy simple pero profunda. Se trata de ir creando las condiciones mínimas para las luchas venideras, más difíciles y definitivas. Se trata de fragmentar el poder burgués, y ese sí, hacerlo pedacitos sin traicionar los principios marxistas leninistas de nuestra lucha socialista. Se trata de acompañar al pueblo, y no esperarlo en una supuesta “cima” revolucionaria. Se trata de decirle al pueblo, estamos contigo, sin condiciones absurdas y con apoyo político concreto y no de palabra, pero estamos contigo para hacerte ver que esto no es todo, no es el fin de la lucha, sino el preámbulo o introducción a etapas de lucha social más importantes.
La toma de Av. Reforma por parte de cientos y miles de personas del pueblo, para defender la voluntad popular y exigir un recuento, voto por voto, de los sufragios emitidos el 2 de julio de 2006 son un excelente ejemplo de cómo la burguesía y su estructura político-militar —el Estado— hacen de la descalificación el primer recurso para contrarrestar la lucha política de la izquierda. Es parte de la táctica político-militar de la burguesía, ni más ni menos. Es ingenuo tratar de evitar la ira de la burguesía, pues ésta hará hasta lo indecible por mostrar a su adversario como violento, para luego con toda “legitimidad” emplear el monopolio legal de la fuerza. Juego perverso de palabras e intenciones enmascaradas en leyes injustas y tramposas. Como lo es todo lo burgués.
El conteo voto por voto no garantiza nada. El reconocimiento de fraude electoral no está garantizado con un recuento exacto de votos. ¿Por qué? Porque el fraude electoral no sólo fue cuantitativo, sino también cualitativo. Esperamos que sea suficiente ese recuento, pero creemos que puede no ser suficiente. Los vericuetos del sistema son tan escabrosos e inesperados que todo nos podemos esperar.
Pero si el recuento de votos no es suficiente, y si el PAN se sale con la suya, el PRD estará obligado a hacer ingobernable al país. Se habrá legitimado el triunfo del PAN. Pero el PRD no deberá dejarlo gobernar. No por una manía de boicot, sino porque sencillamente no deberá permitir que siga el avance de la profundización del capitalismo en México. Si las propuestas políticas del PAN y del PRD son tan distintas entre sí, no puede pasar otra cosa sino la ingobernabilidad. De lo contrario, la política del PRD es un fraude. Si el PRD pretende “conciliar” los intereses de clase de quienes hoy lo apoyan concretamente en las calles con los de quienes hoy detentan el poder en México, entonces el PRD habrá traicionado a los primeros.
Menudo problema para el PRD. Pero ojalá que Andrés Manuel López Obrador y el PRD lleguen al poder. Porque entonces las opciones del PRI y PAN estarán agotadas, que no vencidas. Y entonces veremos si los primeros, López Obrador y el PRD, pueden y quieren solucionar los grandes males del país. De no lograrlo será el momento oportuno para que el pueblo vea con más claridad, que el proceso electoral en sí es más un proceso administrativo que un proceso de decisión democrática. Entonces el pueblo comprenderá, porque los hechos se lo harán ver mejor que cualquier discurso o planteamiento programático, que sus intereses están ligados inevitablemente con la lucha por el socialismo. Entonces sí, México será escenario de otras luchas de cuya forma sería una simple especulación hablar ahora. Pero cuyo contenido será, inexorablemente, socialista.
Fraternalmente,
¡Por la Revolución Socialista y la Liberación Nacional!
¡La Lucha Popular Revolucionaria!
¡Patria Libre!
¡Y Socialista!
Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo, FARP.
República Mexicana, a 7 de agosto de 2006.
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