Detrás de la Noticia
RICARDO ROCHA
Un 9 % de justicia
Por supuesto que la sentencia del Tribunal Electoral es una mala noticia para Andrés Manuel López Obrador. Pero lo es también para Felipe Calderón. Y sobre todo, es una pésima noticia para el país.
Por supuesto que la sentencia del Tribunal Electoral es una mala noticia para Andrés Manuel López Obrador. Pero lo es también para Felipe Calderón. Y sobre todo, es una pésima noticia para el país.
En el caso del candidato de la coalición Por el Bien de Todos, está claro que el voto por voto en todas las casillas hubiera representado la posibilidad matemática total de revertir el conteo del IFE en su favor. Con un porcentaje de apenas 9% de apertura de casillas y nuevo conteo esa posibilidad se reduce drásticamente.
Ahora requerirá de un promedio de 30 "nuevos votos" favorables en cada casilla para revertir el conteo preliminar -que el IFE difundió y oficializó ilegalmente- con una diferencia de 243 mil votos en su contra. Aun si el nuevo conteo le fuera favorable, pero en menor proporción a lo requerido, de poco le serviría la estadística de perder por menos votos. Aunque esta eventualidad detonaría un terrible escenario de rabia e incertidumbre sobre lo que pudiere haber arrojado el otro 91% de las casillas.
Creo también sinceramente que el fallo del Tribunal es una mala nueva para Felipe Calderón. Ahora resulta que le favorece, por lo menos en el terreno de las probabilidades. Pero Felipe perdió la oportunidad histórica y estratégica de haberse pronunciado por el voto por voto y casilla por casilla. Ahora nadie podría reclamarle nada porque esta decisión no habría dependido de él, sino del Tribunal.
Y en caso de que el nuevo conteo reafirmara el del IFE, habría obtenido una legitimidad prácticamente indiscutible. Lástima. Porque ahora persistirá el demonio de la duda.
Pero, sobre todo, la determinación del Tribunal es un fallo fallido. Se atuvo a una interpretación legalista a ultranza y menospreció grandes evidencias que han abrumado a la nación en los meses recientes. Y no me refiero únicamente al formidable reclamo popular de millones que fue absolutamente ignorado por los señores magistrados. Hay muchas otras obviedades. Pero las más importantes se nos han restregado en la cara: la intromisión escandalosa del presidente Fox en todo el proceso para destruir a López Obrador e imponer a Calderón; la ilegalidad del uso de recursos públicos con los mismos propósitos y la intervención abusiva y también ilegal de cúpulas y empresas del sector privado.
Conste que ni siquiera incluyo las campañas del miedo y el peligro que podrían estar sujetas a las más diversas interpretaciones. Pero, por si todo esto fuera poco, ahí está la mínima diferencia de medio punto porcentual en el sospechoso y cuestionado conteo del IFE, que es motivo suficiente para un nuevo conteo total en una elección tan cuestionada y en la que hasta errores involuntarios podrían haber determinado una ventaja tan reducida.
Pero se requería de un talante histórico y valiente que no tuvo el Tribunal Electoral. Claro que se trataba de una decisión política. Pero política es también la Constitución de todos los mexicanos. Además, sobraban los argumentos legales para sostenerla. Al fin y al cabo, todo era un asunto de interpretación. Sin embargo, el Tribunal no tuvo el valor de asumir la urgencia de certidumbre de la nación. Nos ha hecho justicia de menos de 10%.
Porque, hasta ahora, no queda claro en la resolución si el Tribunal pudiera ordenar la apertura total de las 130 mil casillas en caso de que el recuento en las 11 mil 839 que se abrirán, evidencie las irregularidades denunciadas por la coalición. Pero se ve difícil, por lo que los magistrados han mostrado hasta ahora.
Por lo pronto, más allá de los legalismos, la legitimidad ha quedado destrozada. La amarga lección de 2006 será que en este país la democracia es puro cuento. Que el presidente en turno se puede meter en los procesos electorales hasta donde se le pegue la gana. Que los señores del dinero también. Que el IFE puede ser un árbitro vendido o comprado, que para el caso es lo mismo. Y que es inútil acudir a votar porque ese voto no se cuenta y no se respeta.
Por lo pronto, la coalición y López Obrador endurecen el discurso, y las acciones de resistencia civil estiran la liga al máximo y exasperan a seguidores y adversarios. Se avecinan pues, las tres semanas más dramáticas y críticas de nuestra historia reciente. Y es que el Tribunal Electoral no nos concedió el voto por voto.
ddn_rocha@hotmail.com
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