Elementos para entender los recientes bombazos en México
Pedro Echeverría V.
Rebelión
1. En los primeros minutos del lunes seis estallaron cinco bombas en tres grandes edificios, muy significativos, de la ciudad de México: el del Tribunal Electoral, el del PRI y el de un poderoso banco comercial. El Tribunal se encargó de legalizar el fraude electoral contra López Obrador, el PRI respalda aún al gobernador Ulises Ruiz para continuar su poder en Oaxaca a pesar de que ya no gobierna y el banco comercial es símbolo del saqueo económico al que han sometido al país esas in instituciones. Muchos preguntan: 1. ¿Por qué en el Tribunal y no en Los Pinos, donde vive el que dio la orden del fraude?; 2. ¿Por qué en el PRI y no en el PAN, donde está el otro poder? y, 3. ¿Por que en ese banco y no en Banamex, que es el más poderoso? La realidad es que cuando se colocan bombas no se puede escoger con facilidad el objetivo por las condiciones de vigilancias y la búsqueda de no dañar a seres humanos.2. Los bombazos contra edificios, cuando los ha hecho la izquierda radical, han sido expresiones de desesperación, de impotencia, de indignación y coraje, pero también de propaganda política. Nadie les haría caso o serían actos sin razón alguna si no hubiera argumentos sólidos para explicarlos. Resulta de un cinismo inaudito condenar esas acciones desde los altos cargos gubernamentales, empresariales y clericales que con sus políticas de acumulación capitalista han contribuido a agudizar las condiciones que esos grupos denuncian. Desde la comodidad del hogar y con ingresos seguros –mucho más si éstos representan 10, 20, 30 salarios obreros- fácilmente, cualquiera puede condenar los bombazos u otro tipo de violencia. La realidad es que la violencia no puede condenarse ni justificarse, pero sí es obligatorio analizar cuáles son sus causas, sus planteamientos, sus demandas y las posibles soluciones de fondo. 3. El periódico La Jornada, analizando la realidad señala acertadamente: La presidencia saliente deja una deuda social multiplicada, un desempleo rampante, una postración económica disfrazada de estabilidad y una situación de carencia extrema en millones de hogares. El foxismo fue incapaz de resolver ¬en 15 minutos y en seis años¬ el conflicto de Chiapas, fracción del problema indígena nacional; agravó las desigualdades, incrementó la miseria, dejó impune la corrupción administrativa y se benefició de ella; acabó por aliarse con los cacicazgos y el corporativismo que pretendía combatir; violentó la autonomía de las organizaciones sindicales, claudicó en la defensa de la soberanía nacional, atropelló el estatuto constitucional del sector energético y gobernó para beneficio de los grandes empresarios y en perjuicio de los asalariados; pretendió medrar con los conflictos en vez de resolverlos ¬como el que tiene lugar en Oaxaca¬. 4. Escribe La Jornada: El Legislativo no ha logrado ejercer su función natural de contrapeso a las decisiones equivocadas del Ejecutivo; al contrario, ha sido pieza clave en la aplicación de los designios neoliberales, antinacionales y antidemocráticos de la oligarquía político-empresarial, como ocurrió recientemente cuando el Senado regaló a los monopolios privados el espectro radioeléctrico de la Nación. El Poder Judicial, que en los seis años recientes ha dado muestras de una indignante inoperancia institucional (recuérdese al presidente de la Suprema Corte descalificando artículos constitucionales porque fueron, en sus palabras, "escritos con los pies", o al máximo tribunal electoral admitiendo las irregularidades en los comicios del 2 de julio para, a renglón seguido, validar la elección), cuando no de una inmoralidad que se expresa, por ejemplo, en las percepciones y jubilaciones astronómicas que los máximos magistrados del país se otorgan a sí mismos. 5. No hay la menor duda de que La Jornada, periódico que durante 23 años ha estado, indiscutiblemente, a la vanguardia en la difusión y el análisis de los movimientos sociales, en particular de los sectores más oprimidos, tiene la suficiente autoridad y razón para escribir acerca del comportamiento pro empresarial de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial de México. De esa dura y difícil realidad han partido todos los movimientos de izquierda y centroizquierda para impulsar la participación desde la oposición, en procesos electorales, movimientos sociales de masas, pero también ha sido esa misma realidad denunciada, la que explica la existencia de decenas de movimientos guerrilleros que se desarrollan en el país. Si bien La Jornada no está de acuerdo con la vía violenta, como tampoco lo están las organizaciones políticas de masas, la concepción guerrillerista encuentra que ese camino puede acelerar los procesos y evitar la represión, las cárceles y los asesinatos al pueblo y sus dirigentes. 6. Las guerrillas y levantamientos indígenas y campesinos en México han operado por lo menos desde la época colonial en los siglos XVI, XVII y XVIII y siempre surgieron como rebeliones contra las clases dominantes. En el siglo XIX se multiplicaron contra la dominación extranjera, los conservadores, terratenientes y el clero. Incluso lo gobiernos liberales tuvieron que enfrentar movimientos armados contra la acumulación de tierras y para defender el despojo a las comunidades agrarias. La guerrilla del socialista Julio López Chávez contra el despojo de tierras, en Chalco, contra el mismo gobierno de Juárez, fue muy conocida. Durante la Revolución Mexicana de 1910-17 y al concluir la Revolución con una traición al villismo y zapatismo, las guerrillas se extendieron en el país. A lo largo de los 70 años de priísmo, los levantamientos guerrilleros se multiplicaron y no han dejado de estar presentes en la vida nacional. 7. El EZLN, que surgió como una guerrilla chiapaneca en 1994, pronto se convirtió en un movimiento social que hoy camina aceleradamente hacia la legalidad. Por el contrario, los grupos guerrilleros hoy presentes tienen sus orígenes en las guerrillas rurales de Chihuahua (Ciudad Madera, 1965) y Guerrero (Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, 1967-75), así como en las guerrillas urbanas que surgieron a principios de los setenta después de la matanza de Tlaltelolco en 1968. Los levantamientos y las guerrillas en México han mantenido continuidad porque el sistema económico del país ha beneficiado de manera abierta y evidente a los grandes políticos y empresarios. Se han hecho reportajes en los últimos años en los que se han publicado más de 50 nombres de grupos guerrilleros que actúan a lo largo del país y, en vez de que los gobiernos se preocupen por resolver los problemas agrarios o económicos, cierran los ojos y oídos. 8. Difícilmente puede haber alguien que apoye la violencia o los bombazos. Los mismos miembros de las guerrillas han declarado que preferirían vivir en paz. Pero hay que entender que las guerrillas, a través de los siglos, han surgido como instrumentos de autodefensa contra la miseria y la opresión. Los bombazos del pasado lunes, aunque sean muy condenados por las clases dominantes, no son sorpresa alguna. La realidad es que se convirtieron en sólo un arma de presión para obligar al gobierno de Fox y de Felipe Calderón (FECAL) a acelerar la solución en Oaxaca. Los bombazos, a casi seis meses de iniciado el movimiento de Oaxaca, están llevando al gobierno de Fox a actuar con celeridad y le están advirtiendo que no puede seguir reprimiendo, encarcelando y asesinando a los oaxaqueños. La población mexicana y mundial no quiere la violencia, pero el mismo modelo económico y político la impone. El pueblo lo único que hace es defenderse. ¿No será que la misma clase política y empresarial cierra la salida pacífica?
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