Estados Unidos y el marasmo de los veteranos de Guerra
En la actualidad, el servicio sanitario estadunidense atiende los crecientes problemas sicológicos de los veteranos de Irak: de cada seis soldados, uno padece depresión,ansiedad o tensión postraumática
Jorge V. Jaime*
Muchos combates personales de los soldados estadunidenses sobrepasan el escenario del territorio irakí y –en demasiadas ocasiones– prosiguen en Estados Unidos, en una lucha intestina contra el sistema.
Entre los veteranos de guerra estadunidenses hay una elevada cantidad de potenciales suicidas, esquizofrénicos, paranoicos, indigentes y hasta drogadictos que nunca logran encajar en la sociedad civil, una vez que regresan a sus hogares.
Más de 28 mil 500 militares del Pentágono fueron heridos en esa nación árabe desde el inicio de la agresión liderada por Washington en 2003, de éstos, alrededor de 8 mil 500 resultaron con lesiones severas. La atención médica del contingente costará 660 mil millones de dólares.
Un grave problema adicional es que uno de cada cuatro soldados estadunidenses que regresaron de Irak fue retirado del servicio militar por problemas de salud que requieren prolongado tratamiento médico o mental, de acuerdo con fuentes oficiales.
El asunto de la inestabilidad emocional en miles de excombatientes de la guerra defendida por el presidente George W. Bush fue corroborado recientemente por una investigación periodística de la CBS, que reveló la alta tendencia a la autoflagelación en los veteranos.
Según la cadena televisiva, los casos de suicidios entre estadunidenses veteranos de guerra son superiores en proporción al mismo registro en la población general.
Desde 2005 y hasta la fecha, un total de 6 mil 256 antiguos militares se quitaron la vida, un inventario que aproximadamente equivale a 120 muertes cada semana.
En la sociedad civil de Estados Unidos las estadísticas indican un por ciento de 8.9 suicidios por cada 100 mil habitantes. Entre los exsoldados, la proporción es de 20 por cada 100 mil.
En los casos de exmilitares con edades comprendidas entre 20 y 24 años, la tendencia es aún más alta (hasta 31.9 por ciento) y representa casi cuatro veces los dígitos de la población general.
Otro reporte detallado del Departamento de Defensa de ese país indica que alrededor de mil 700 efectivos que retornaron en 2007 de la conflagración, aceptaron que “albergaban extraños sentimientos de culpa, y que sería mejor si hubieran muerto”.
Más de 250 de ellos tenían sucesivas crisis de identidad. Otros informaron sobre pesadillas relacionadas con episodios bélicos. Y más de 3 mil tenían preocupaciones porque podrían haber sido heridos en la contienda.
El servicio sanitario en Estados Unidos se enfrenta actualmente a los graves problemas sicológicos de los veteranos de Irak: de cada seis soldados, uno presenta depresión, ansiedad o tensión postraumática, precisó el diario Seattle Times.
Los médicos estadunidenses podrían enfrentarse en 2008 a decenas de miles de soldados con serios problemas de salud mental, causados por la tensión del conflicto en la nación musulmana, donde han muerto casi 4 mil de sus compañeros.
De acuerdo con un estudio del ejército de Estados Unidos, la proporción de soldados con síntomas de ansiedad podría subir hasta uno de cada tres, la misma incidencia registrada entre los veteranos de la guerra en Vietnam.
Al considerar que un millón de estadunidenses han servido hasta la fecha en los conflictos de Irak o Afganistán, expertos estiman que el número de militares que en breve requerirán tratamiento mental podría ser superior a 100 mil.
Informaciones del mismo Pentágono señalan que, de todas las tropas enviadas a Afganistán o a Irak, un tercio ha estado más de una vez. En el ejército regular, el 63 por ciento de los soldados ha entrado en combate al menos una vez y el 40 por ciento ha vuelto a ir a la guerra.
En opinión de analistas, estos datos evidencian cuan devastadoras han sido para el ejército estadunidense las guerras ideadas por la Casa Blanca después del 11 de septiembre de 2001, sobre todo para las fuerzas terrestres.
Muchos expertos militares consideran que se está abusando de estas unidades, hasta el punto de que en unos meses llegarán a una peligrosa disfunción que redundará en la inestabilidad total de ese ejército. El corolario es casi obvio. Las deserciones y otras ausencias no autorizadas de soldados aumentaron considerablemente durante los últimos cuatro años.
Tal tendencia en las unidades militares provocó miles de procesos judiciales en ese periodo, cuando fueron inculpados tanto reclutas recientes como veteranos de combates en el Medio Oriente y otras regiones.
De acuerdo con fuentes castrenses, los juicios por defecciones se incrementaron desde el inicio de la agresión a Irak en marzo de 2003.
Entre 2002 y 2006, el promedio anual de abandono del deber se triplicó en relación con la etapa de 1997 a 2002 hasta aproximadamente un 6 por ciento de los conscriptos, desde un 2 por ciento en las muestras precedentes.
Según el doctor Thomas Grieger, experto siquiatra de la marina, la mayoría de los soldados están sicológicamente presionados por el azaroso curso de las conflagraciones y muchos rechazan volver al frente de batalla.
Grieger citó particularmente el caso de un sargento novato que se cercenó el dedo del gatillo con un hacha para evitar su movilización hacia el combate.
En 2006, unos 3 mil 196 soldados abandonaron el ejército, índice que marcó un alza desde 2004, cuando 2 mil 357 militares estadunidenses huyeron del servicio activo.
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Periodista de Prensa Latina para Norteamérica.
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