26 de Octubre de 2007
La “democracia” de Uribe
Por: Iván Márquez/ Integrante del Secretariado de las FARC-EP
La democracia de Uribe, la de su reciente discurso de Ballenas (Guajira), es la democracia de la masacre de Bahía Portete, de los cerca de mil muertos hallados por la Fiscalía en las fosas comunes de Mingueo, del asesinato y el desplazamiento forzoso de indígenas wiwas y kankuamos y de campesinos de la Sierra Nevada, crímenes perpetrados por su amigote Jorge 40 en complicidad con el ejército oficial, a escasos kilómetros del lugar de su hipócrita y manipulador discurso.
Venía de Cúcuta poseído por la espada de la ley del falso héroe nacional Francisco de Paula Santander, su padre espiritual, quien consideraba que había que obedecer la ley “aunque se lleve el diablo la República”, pretendiendo arrollar así el concepto democrático de Bolívar de que “el pueblo es la fuente de las leyes”.
La percepción de Uribe sobre la democracia es la de Santander, que era la misma de Washington que armonizaba democracia con esclavitud, exterminio indígena y expansionismo. La democracia de Santander, plasmada en la Constitución de Cúcuta de 1821 no acató la libertad inmediata de los esclavos que pedía el Libertador Bolívar, dizque para no vulnerar “los derechos de los propietarios” ni comprometer la “tranquilidad pública”. Era una democracia de propietarios. Sólo podían participar en elecciones los que tuvieran dinero, renta, propiedad raíz o “título científico”. Los pobres y analfabetas, los “jornaleros y sirvientes” no podían votar.
Es la democracia de Santander la que las oligarquías han impuesto en Colombia por más de 170 años; de ese Santander que difundía horrorizado que Simón Bolívar quería provocar “una guerra interior en que ganen los que nada tienen, que siempre son muchos, y que perdamos los que tenemos, que somos pocos”.
La política de Seguridad Democrática de Uribe ostenta la impronta deshonrosa de los estrategas geopolíticos del Comando Sur. No se fundamenta en la soberanía del pueblo, sino en la represión del pueblo, en el abuso del poder, en la adopción de leyes draconianas concebidas para disuadir la protesta y la inconformidad social. Apunta en un marco legal santanderista y washingtoniano, violento, antipatriótico, y de consagración del delito de opinión a garantizar la inversión de las trasnacionales y el expolio de nuestros recursos naturales.
La Seguridad Democrática, tal como lo confesó el propio Uribe bajo la canícula del medio día de Ballenas, tiene como objetivo estratégico la “confianza inversionista”. Está hecha para defender con los fusiles de la Fuerza Pública el saqueo y la defenestración de las riquezas de Colombia.
Como adecuación de la vieja Doctrina de la Seguridad Nacional a las nuevas realidades de este siglo y a los requerimientos neoliberales del imperio, la Seguridad Democrática suprime las libertades, el derecho a la opción política y castiga el disenso y el pluralismo. 150 mil ciudadanos encarcelados en un breve lapso, más de 4 millones de desplazados, y las masacres paramilitares, hablan del carácter fascista del gobierno Uribe, como también los 30 millones de pobres que afligen a Colombia.
La política bucanera de Wall Street complementada con el criminal entreguismo de gobernantes de colonia, ha impedido que utilicemos nuestros recursos naturales en beneficio del pueblo.
El gobierno de los Estados Unidos es un sembrador pobreza en estas latitudes del Sur. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son protagonistas principales de la quiebra del país. Sólo un presidente cipayo o desvergonzado puede decir como Uribe que no tiene quejas del Fondo Monetario y que ha recibido buen trato del Banco Mundial. Tal vez lo haya recibido él personalmente, pero a través de sobornos como es la maldita costumbre de ciertos gobernantes vendepatria. Al anunciar su vinculación al proyecto del Banco del Sur, Uribe le está prendiendo una vela a Dios y la otra al diablo. El Banco del Sur, que no está animado por el cálculo aritmético del Norte, si es una esperanza de desarrollo independiente para los pueblos del Sur.
La Seguridad Democrática de Uribe y su alardeada firmeza no es el camino de la paz, es la misma guerra, y con la guerra titubea la inversión. Cuando estos gobiernos, ya tambaleantes ante el alzamiento popular intenten buscar la paz negociada, será demasiado tarde para ello.
De ese discurso de Uribe del 12 de octubre en la Guajira nos quedaron sonando sus palabras zalameras dirigidas al gobernador impuesto por Jorge 40 en ese departamento y a la alcaldesa de Maicao, Deysi Hernández, alcaldesa mafiosa y jefa en la Guajira del grupo paramilitar “Águilas Negras”. En esta coyuntura electoral, el pueblo deberá abrir muy bien los ojos para no elegir más de lo mismo. En vez de darle tantas vueltas al asunto, debiera el Presidente Uribe, que en pasado pagó deudas con coca, explicarle al país y al mundo sus relaciones con Pablo Escobar, Jorge 40, Mancuso, la utilización del paramilitar alias Tasmania contra la Corte Suprema de Justicia y cómo es que el jefe narco-paramilitar amigo suyo, conocido con el nombre de “Don Berna”, terminó siendo dueño de la Fábrica de Licores del Antioquia.
Montañas de Colombia, octubre 24 de 2007
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