Ernesto Che Guevara (1928-1967). Imágenes pensadas de una vida transparente
Por: José Steinsleger
I
Buenos Aires, lunes 9 de octubre de 1967, 9 pm. Como en raras ocasiones, los medios coinciden en difundir la verdad: el Che ha muerto. Desde todos los ángulos posibles, las fotografías de su cuerpo tomadas por el boliviano Freddy Alborta en la lavandería del hospital Nuestro Señor de Malta, de Vallegrande, departamento de Santa Cruz (Bolivia), empiezan a circular por el mundo.
“Se parece a Cristo”, dice mi madre. En otra ciudad lejana, el inglés John Berger, pintor y escritor, asocia estas imágenes con La lección de anatomía del doctor Tulp, de Rembrandt, y El Cristo muerto, de Holbein, el Joven.
En Londres, el entonces joven pintor y escritor inglés John Berger asoció la foto del Che en los lavaderos con los cuadros La lección de anatomía del doctor Tulp (arriba), de Rembrandt Harmenszoon van Rijn, y El Cristo muerto (abajo), de Hans Holbein, el Joven
II
Martes, 10 de octubre, 6 am. ¿Cuántos jóvenes empiezan a sentir que no se puede ver la integridad de una cosa si no
la miramos a través de todas las otras? Limpio la navaja de rasurar y me digo que las pruebas valen no porque lo que ellas prueban, sino por lo que nosotros queremos probar. Si el orden en el que vivimos es ortografía, que nuestro orden sea sintaxis.
Devoro los matutinos. A estas alturas, me importa poco saber cómo me irá en el examen de termodinámica. El Che vivió contra las evidencias de los sentidos, y dejó muchas verdades copernicanas que descubrir en el mundo de la política y la moral. Me elevo sobre el mundo gracias a la reflexión y trato de no encerrarme en ella. Si lo hago, le doy la razón al profesor de educación cívica y me asfixio en un globo aerostático.
En medio de los cables, un anuncio del periódico vespertino La Razón interrumpe la lectura. El anuncio versa sobre filmadoras, cámaras y proyectores. Dice: “Equipos para detener el tiempo. Todo aquello que para Ud. constituye un momento especial. Fotografíelo en colores o en blanco y negro. Detenga el tiempo Ud. mismo”.
III
Lo detengo. ¿En qué pensaba el joven Ernesto Guevara en esa fotografía de finales de 1949 o inicios de 1950, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, tendido a sus anchas en el balcón de su casa de la calle Arenales? Uno a 10 que en sus cuadernos acaba de escribir algo así como que la hazaña magna de Hegel fue sin duda el haber jubilado el viejo y tramposo dualismo de la realidad y la idea, de la cosa real y la “cosa en sí”, dotando a la historia de una estructura inteligible, y sosteniendo que nada grande puede hacerse sin pasión.
IV
Vagabundo, romántico, símbolo de una época que no volverá: el James Dean de Rebelde sin causa, el Jack Kerouac de On the Road. Vaciladas iconoclastas que agravan la situación de un público despolitizado. No se dice que el Che fue romántico en el sentido que lo fue Stendhal: el desprecio de la fama en vida. “Yo escribo –decía el autor de Rojo y negro– en idioma francés, pero no en literatura francesa”. El poeta Heine pensaba igual de la pedantesca Alemania, y Byron ídem de la glacial Inglaterra. El bergantín que Byron adquirió para navegar hasta Grecia y allí combatir por su independencia, se llamaba Bolívar.
Con un puñado de pesos, el Che partió en 1953 de Retiro, estación central de trenes de Buenos Aires, con el humilde rango que se autoconfirió: “soldado de América”. Luego se va cristalizando en sucesivas nacionalidades: boliviana, peruana, ecuatoriana, mexicana, cubana, haciendo profesión de fe, como el Julián Sorel de Stendhal: “La ley es la que hace el delito (…) No hay ‘derecho natural’”. En Guatemala, el Che entendió que lo único “natural” es la fuerza. Y en todos lados, manifestó lo mejor y lo peor de los argentinos.
V
En uno de sus primeros viajes por África, investido ya de comandante de la revolución cubana, el Che conoce al argelino Franz Fanon, médico también, aunque siquiatra, nacido en Martinica. De Fanon toma la idea del hombre nuevo: “Si queremos transformar a África en una nueva Europa, a América
en una nueva Europa, los europeos sabrán hacerlo mejor que los mejores dotados de nosotros. Pero si queremos que la humanidad avance con audacia, si queremos elevarla a un nivel distinto del que le ha impuesto Europa, entonces hay que inventar, hay que descubrir”.
VI
De principio a fin, el Che fue el jefe político y estadista más fotografiado de la historia. En orden cronológico, las fotografías no requieren de palabras. Todo está en ellas, sin metáforas. En On photography, Susan Sontag asegura que las imágenes “sugieren el movimiento eternizado”. No es el retrato del héroe posando o sentado, sino el héroe que democratiza sus experiencias, soltando amarras.
VII
Durante las grandes movilizaciones de París, en mayo de 1968, un escritor mexicano registra sobre el terreno que para los jóvenes revolucionarios de Francia, Italia, Alemania, Holanda, Inglaterra, “… el movimiento fue el correctivo de su profunda visión marxista, un ‘marxismo desempolvado’, como diría Fidel Castro, un marxismo sacado de las sombras incensarias de la iglesia a respirar el aire libre de la calle: un marxismo, en fin, que opone tanto al neocapitalismo de los managers como al neosocialismo de los burócratas, el pensamiento de Ernesto Guevara: el rechazo de la ganancia como motivo de la producción, la creación activa de condiciones revolucionarias, el indeclinable sentido internacional de los movimientos revolucionarios”. Aciertos de Carlos Fuentes.
VIII
Las fotografías también tienen vidas agitadas. El 4 de marzo de 1960, Fidel, el Che, Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir acuden al acto de homenaje a las víctimas del buque francés Le Coubre, dinamitado días atrás por la contrarrevolución en el puerto de La Habana. El fotógrafo de Revolución, Alberto Korda, dispara. La imagen icono del Che revela sus rasgos exteriores. Pero también la totalidad de su carácter.
Intercambio desigual y fotografía: Korda guarda los negativos de la imagen insignia y más tarde se los regala a Giangiacomo Feltrinelli, editor italiano de izquierda. El Che muere y Feltrinelli gana 5 millones de dólares por la venta de los carteles con la imagen. Korda no recibe un centavo. Por su lado, la agencia de noticias United Press International, paga a Freddy Alborta 75 dólares por la famosa fotografía de Vallegrande.
IX
En 1978, con el propósito de recolectar fondos para Nicaragua sandinista, se publica en México un álbum de excelente diseño con las fotografías que Rodrigo Moya le tomó al guerrillero. El álbum incluye cálidos y sentidos comentarios de Carlos Monsiváis, Pablo Neruda, Efraín Huerta, Ernesto Cardenal, Luis Cardoza y Aragón, José Lezama Lima, Nicolás Guillén y Pablo Neruda.
Cardoza y Aragón apunta: “No viven caudillismo alguno los pueblos de América Latina. Es una situación concreta. Él es consciente de su vida contemporánea,
conciencia lúcida, imperecedera. Como libertador y precursor, como fuerza, como motivo de meditación (…) cuando alguna vez los arcángeles nos visitan, no los reconocemos. Sabemos de su naturaleza cuando han partido. El Che pensaba lo que hacía; hacía lo que pensaba”.
X
En consonancia con Martí y Fidel, el Che es patrimonio de Cuba y su revolución. Pero frente a las izquierdas autorreferenciales que a cuatro decenios del crimen se resisten a extraer las lecciones de los hechos, urge la descubanización cultural del Che, así como en Venezuela el presidente Hugo Chávez americaniza culturalmente a Bolívar.
Evo Morales y Rafael Correa, gobernantes en ejercicio del poder que no vienen del marxismo, han incorporado en sus discursos y comentarios el ejemplo y la memoria del Che. José Aricó, uno de los marxistas más lúcidos de Argentina, escribió: “No creíamos que su camino fuera el nuestro, pero las cosas por las que luchaba sí lo eran. No fue un maestro, fue un símbolo, un ejemplo moral en el que muchos nos reconocemos, no importa cuál fuera el juicio que sus pasos nos merecieran”.
XI
Che: integridad de fondo y superficie a la vez. En la época de los antiguos griegos, la realidad tenía que ver con lo profundo de las cosas. En la nuestra, las percepciones de lo real son cada vez más complejas. Quizá por esto, el culto actual de la imagen funciona como un escapismo a una realidad cada vez más vacía de sentido y totalmente manipulada por un sistema de dominación interesado en el “consenso”, en tanto negación del conflicto.
XII
La vida del Che empata con una sentencia del historiador Marc Bloch: “La verdadera génesis, no está en el comienzo sino en el fin. Y este sólo se vuelve visible cuando la sociedad y la existencia devienen radicales”.
Toda imagen es una metáfora, pero toda metáfora no es una imagen. Las imágenes del Che encierran en sí una comparación. Y de la justicia de la comparación depende la claridad, la transparencia de la imagen.
Casi todas las preguntas fundamentales que hoy angustian a la humanidad vienen formulándose desde hace millares de años, y fueron contestadas a su modo en cada época.
Dormitorio en el barrio de El Vedado, en La Habana. Foto: José A. Figueroa
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