200 años de infierno
Fco. Javier Chaín Revuelta
La excomunión no es nada cuando se muere por la Patria. No es nada cuando se muere por cualquier causa y también es nada en cualquier caso. La excomunión es sólo una amenaza. A misa va el que quiere. La excomunión es parte de la teoría de los juegos (teoría muy premiada, incluso con el Nóbel de economía 2007) donde la amenaza puede surtir efectos y corregir la conducta de un jugador, siempre que este se encuentre debidamente enajenado, hipnotizado y fanatizado por las reglas católicas, apostólicas y romanas. Esto pudo apreciarse este mismo año y por esta misma región, cuando Eduardo Patiño amenazó públicamente a una feligresa de su “rebaño” con la excomunión, por atreverse a denunciar con justicia, hechos que esta nota no transcribirá porque no quiere abochornarse. Pero si el jugador aparta las reglas, es decir, si posee conciencia y elevación suficiente para librar el sometimiento que obligan los dioses católicos, pues entonces la excomunión le hace lo que el viento a Juárez.
Hidalgo con la Patria es superior a la excomunión. Lo que no libró don Miguel fue tortura, martirio y temprana muerte a manos de infames obispos. El discurso de excomunión es infamia inaudita pero compuesto de palabras. Lo que no fueron palabras, sino hechos, es lo que sigue:
“En un altar arreglado con un crucifijo sobre él, en medio de dos `cirios encendidos. En una plataforma se colocaron cuatro sillones, viendo al público y dándo la espalda al altar, en los cuales se sentaron el Ministro de la degradación y tres prelados asistentes. La orden dada por Francisco Javier Olivares, Obispo de Durango la ejecutó el doctoral del mismo obispo, Francisco Fernández Valentín. Con sádica paciencia se realizó la infame ceremonia. Con un cuchillo rasparon las manos y las yemas de los dedos a Don Miguel Hidalgo al tiempo que se exclama: Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, que recibiste con la unción de las manos y los dedos, el hábito clerical y te desnudamos del adorno de la Religión y te despojamos; te desnudamos de toda orden, beneficio y privilegio clerical; y por ser indigno de la profesión eclesiástica, te devolvemos con ignominia al estado de hábito seglar...”
“…Luego con unas tijeras se le cortó algo de cabello y un peluquero terminó la operación, haciendo desaparecer la tonsura al tiempo de que se le decía: Te arrojo de la suerte del Señor, como hijo ingrato, y borramos de tu cabeza la corona, signo real del sacerdocio, a causa de la maldad de tu conducta. Al final del ceremonial de la degradación lo entregaron a los jueces de la curia. El juez Abella le conminó para que expusiera las razones que tuvo para sublevarse contra el Rey y contra la Patria. El embargo de la condena fue: Excomunión y pena de muerte para Miguel Hidalgo. Por profesar y divulgar ideas exóticas: partidario de la Revolución Democrática Francesa. Por disolución social: al pretender independizar a México, del imperio Español. En consecuencia, por traidor a la Patria. Hidalgo murió fusilado en julio de 1811. Su cabeza fue cortada y expuesta en una jaula.
Ahora el alto clero mexicano, como quiere jugar y participar en política, pretende anular la excomunión propinada a Hidalgo. En menudo lío se metió ¿Cómo va a sacar 200 años después a Don Miguel del infierno? ¿Achicharrado? ¿Le pagará salarios caídos? ¿Le dará indemnización por los daños causados? ¿Le darán pensión vitalicia? ¿Le abrirá San Pedro las puertas del Cielo? fjchain@hotmail.com
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