Semillas del Indio
Fco. Javier Chaín Revuelta
Durante la conmemoración de los quinientos años de catecismo en América Juan Pablo II señaló (Haiti, marzo/1983) que sólo tiene sentido en el marco de “un compromiso no de reenvangelización, sino de una nueva evangelización; nueva en su ardor; en sus métodos y en su expresión” Ya los planteamientos del Concilio Vaticano II orientaban “una ecleosiología centrada en el valor propio de las iglesias locales y en la inculturación del evangelio” y el postulado de Pablo VI en Evangelii Nuntiandi (1975) “La Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el evangelio” Esta exhortación resalta “evangelizar cultura y las culturas”, y subraya “piedad popular” –o “religión del pueblo”- que “cuando esta bien orientada” –es decir, libre de “deformaciones” y “supersticiones”- puede servir a las “masas populares”, en otras palabras, a “un verdadero encuentro con Dios en Jesuscristo”.
Medellín (1968) y Puebla (1979) perfilan una evangelización atenta a las culturas populares. En conclusiones de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Puebla) hay interés eclesial por los valores autóctonos y el respeto a las culturas indígenas y sus comunidades. Estas declaraciones en la práctica han enfrentado resistencia, desviaciones y manejos irregulares, a partir de la problemática enfrentada por diferentes grupos étnicos en México.
No puede esta nota prescindir del recuerdo del significativo evento en que un grupo de indígenas andinos que, durante la ceremonia multitudinaria celebrada durante la visita de Juan Pablo II a Perú, en 1985, entregaron una carta al pontífice, en la que señalaron “Nosotros los indios de los Andes y de América hemos decidido aprovechar la visita de Juan Pablo II para devolverle su Biblia, porque en cinco siglos, ésta no nos ha dado amor ni paz ni justicia. Por favor tome de nuevo su Biblia y devuélvala a nuestros opresores, pues ellos tienen más necesidad que nosotros de sus preceptos morales. Porque, desde la llegada de Cristóbal Colón, se impuso a América por la fuerza una cultura, una lengua, y unos valores propios de Europa” La carta fue suscrita por Máximo Flores, del Movimiento Indio de Kollasuyo (aymara), Emmo Valeriano, del Partido Indio (aymara), y Ramiro Reynaga, del Movimiento Indio Tupac Katari (Kheswa)
En los planteamientos de la nueva evangelización Juan Pablo II expresó deberes de la Iglesia y de la sociedad en relación a los pueblos indígenas. En Eclessia in América (México, 1999) establece el papel de la jerarquía eclesiástica a favor del respeto a las tierras de las comunidades, y la atención a las necesidades educativas, sanitarias, culturales y sociales. Sin embargo, al referirse a la “piedad popular” le surge prejuicio e intolerancia occidental al cuestionar el valor que las creencias populares tienen en sí mismas, al margen de su articulación a la doctrina eclesial, recomendando en tal sentido una adecuación al dogma eclesiástico, dijo: “Ya que en América la piedad popular es expresión de la interculturación de la fé católica y muchas de sus manifestaciones han asumido formas religiosa autóctonas, es oportuno destacar la posibilidad de sacar de ellas, con clarividente prudencia, indicaciones válidas para una mayor interculturación del Evangelio. Ello es especialmente importante entre las poblaciones indígenas, para que las “semillas del Verbo” presentes en su culturas lleguen a su plenitud en Cristo” fjchain@hotmail.com
Fco. Javier Chaín Revuelta
Durante la conmemoración de los quinientos años de catecismo en América Juan Pablo II señaló (Haiti, marzo/1983) que sólo tiene sentido en el marco de “un compromiso no de reenvangelización, sino de una nueva evangelización; nueva en su ardor; en sus métodos y en su expresión” Ya los planteamientos del Concilio Vaticano II orientaban “una ecleosiología centrada en el valor propio de las iglesias locales y en la inculturación del evangelio” y el postulado de Pablo VI en Evangelii Nuntiandi (1975) “La Iglesia siempre tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el evangelio” Esta exhortación resalta “evangelizar cultura y las culturas”, y subraya “piedad popular” –o “religión del pueblo”- que “cuando esta bien orientada” –es decir, libre de “deformaciones” y “supersticiones”- puede servir a las “masas populares”, en otras palabras, a “un verdadero encuentro con Dios en Jesuscristo”.
Medellín (1968) y Puebla (1979) perfilan una evangelización atenta a las culturas populares. En conclusiones de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Puebla) hay interés eclesial por los valores autóctonos y el respeto a las culturas indígenas y sus comunidades. Estas declaraciones en la práctica han enfrentado resistencia, desviaciones y manejos irregulares, a partir de la problemática enfrentada por diferentes grupos étnicos en México.
No puede esta nota prescindir del recuerdo del significativo evento en que un grupo de indígenas andinos que, durante la ceremonia multitudinaria celebrada durante la visita de Juan Pablo II a Perú, en 1985, entregaron una carta al pontífice, en la que señalaron “Nosotros los indios de los Andes y de América hemos decidido aprovechar la visita de Juan Pablo II para devolverle su Biblia, porque en cinco siglos, ésta no nos ha dado amor ni paz ni justicia. Por favor tome de nuevo su Biblia y devuélvala a nuestros opresores, pues ellos tienen más necesidad que nosotros de sus preceptos morales. Porque, desde la llegada de Cristóbal Colón, se impuso a América por la fuerza una cultura, una lengua, y unos valores propios de Europa” La carta fue suscrita por Máximo Flores, del Movimiento Indio de Kollasuyo (aymara), Emmo Valeriano, del Partido Indio (aymara), y Ramiro Reynaga, del Movimiento Indio Tupac Katari (Kheswa)
En los planteamientos de la nueva evangelización Juan Pablo II expresó deberes de la Iglesia y de la sociedad en relación a los pueblos indígenas. En Eclessia in América (México, 1999) establece el papel de la jerarquía eclesiástica a favor del respeto a las tierras de las comunidades, y la atención a las necesidades educativas, sanitarias, culturales y sociales. Sin embargo, al referirse a la “piedad popular” le surge prejuicio e intolerancia occidental al cuestionar el valor que las creencias populares tienen en sí mismas, al margen de su articulación a la doctrina eclesial, recomendando en tal sentido una adecuación al dogma eclesiástico, dijo: “Ya que en América la piedad popular es expresión de la interculturación de la fé católica y muchas de sus manifestaciones han asumido formas religiosa autóctonas, es oportuno destacar la posibilidad de sacar de ellas, con clarividente prudencia, indicaciones válidas para una mayor interculturación del Evangelio. Ello es especialmente importante entre las poblaciones indígenas, para que las “semillas del Verbo” presentes en su culturas lleguen a su plenitud en Cristo” fjchain@hotmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario